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Chihuahua, “tierra herida”: Tita Radilla

Exigencias a AMLO: acciones contundentes y cero simulaciones en Comisión de la Verdad

Indudablemente el discurso de Tita Radilla fue lo mejor que ocurrió el pasado viernes durante la llamada instalación de la Comisión de Acceso a la Verdad por Violaciones a Derechos Humanos 1965-1990. Sin el sesgo de una diplomacia hipócrita a la que se obligaron –innecesariamente– el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, y la gobernadora panista, María Eugenia Campos Galván, Radilla puso el acento en el tema, “en esta tierra herida”, justo en el corazón de un estado que, si bien ha tenido grandes mujeres y hombres que ofrecieron sus vidas en la búsqueda de la justicia y la democracia, también ha engendrado personajes en oposición criminal hacia aquellos, cometiendo desapariciones y crímenes de todo tipo desde el poder.

La historia, dijo la derechohumanista, va desde la época de la Independencia (“aquí se asesinó a Miguel Hidalgo”) hasta los tiempos de Giner Durán y Óscar Flores Sánchez, aniquiladores brutales de los rebeldes de Madera y los guerrilleros urbanos durante la Guerra Sucia de los años setenta, respectivamente.

Llamó poderosamente la atención en el acto protocolario la presencia del Ejército mexicano, pero incomodó sobre todo a activistas que observaron algunas contradicciones por la asistencia, al mismo lugar y al mismo acto, de las fuerzas castrenses y de quienes han sido agraviados históricamente por la milicia.

Tita Radilla. Estado simulador.

Paradoja singular también el hecho de que López Obrador haya asistido primero a las instalaciones de la Quinta Zona Militar y luego al evento de las víctimas de desapariciones el mismo día, y horas después rematar con unos burritos en Villa Ahumada al lado de la gobernadora Maru Campos, que aún tiene cuentas pendientes con la justicia chihuahuense, heredadas por sus conexiones corruptas con el duartismo.

Todavía más curioso resultó el hecho de que en un momento de la agenda presidencial, López Obrador hablara lindezas de su posible nueva adquisición (converso, se dice en la religión lopezobradorista), Javier Corral Jurado, mientras pisaba el terreno envenenado del maruquismo.

Finalmente, circuló un día antes una carta pública desplegada en las redes sociales, firmado inicialmente por mi persona, por el político Marco Rascón, y después por varias personas más, dirigido a López Obrador, donde se le pide que la comisión en comento no se convierta, como en el pasado, en una mera simulación, algo que la propia Radilla configuró a su vez durante su discurso en palacio como su demanda a esa nueva Comisión de la Verdad para que aporte “acciones contundentes”. La carta, por su parte dice:

“Presidente de la República,
Andrés Manuel López Obrador

La verdad histórica está a su lado. Usted como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas del país por mandato constitucional, tiene todo el poder para que el secretario de la Defensa Nacional, el secretario de Marina, el fiscal general y el secretario de Gobernación, ordenen la entrega de los archivos respectivos sobre los actos de barbarie cometidos por la antigua Dirección Federal de Seguridad (DFS), por los actos y “vuelos de la muerte” ordenados por el gobernador Rubén Figueroa Figueroa, los crímenes de Óscar Flores Sánchez en Chihuahua y otros gobernadores, y particularmente los actos llevados a cabo por Fernando Gutiérrez Barrios, Miguel Nazar Haro, el general Mario Arturo Acosta Chaparro, y todos aquellos personajes que desde el gobierno decidieron actos violatorios de los derechos humanos en nombre de la seguridad del Estado.

Para conocer sobre la desaparición de más de 650 ciudadanos mexicanos, estudiantes, campesinos y obreros a lo largo de 1972-1980, de los cuales nunca se ha encontrado un solo testimonio de los responsables, dónde están y si fueron llevados vivos, a diferencia de los procesos sobre desapariciones en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, El Salvador y Guatemala, donde se han encontrado vestigios de los desaparecidos y condenados a sus responsables.

De los asesinatos de más de 1200 perredistas-cardenistas demócratas entre 1988-1994, tragados por la idea de desaparecer la gesta de 1988 que le hizo a usted escalar el camino a la Presidencia de la República.

De los cientos de desaparecidos y víctimas directas y colaterales de la “Guerra contra el narcotráfico” durante el sexenio de Felipe Calderón, entre 2006 y 2012, y la responsabilidad que en el estado de Chihuahua recae contra el general Felipe de Jesús Espitia.

De las víctimas y desapariciones a lo largo del sexenio de Enrique Peña Nieto.

De los 43 estudiantes de la Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero.

Reclamar justicia no es negocio, es justicia, y para ello se requiere que la Comisión de la Verdad haga su trabajo con absoluta independencia, profesionalismo y compromiso ético con el país..

Presidente:

Ya hubo una Comisión de la Verdad y hay cientos de testimonios escritos y publicados por la Generación de 1968 encabezada por Raúl Alvarez Garín y Félix Hernández Gamundi: ustedes los conocen.

No es un momento para aparentar y convertir la justicia en actos conmemorativos, declaraciones de perdón y simulaciones. Es momento de ir a la verdad y usted y su gabinete tienen las llaves para llegar a ella. Atrévase y ábralas.

Chihuahua, Chih.; en el Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 10 de diciembre de 2021.

Respetuosamente:

Marco Rascón Córdova
Jaime García Chávez”