Fácil, pero muy costoso, le resulta a César Duarte ir al extranjero –EU, Francia, etcétera– y desde allá presumir estatura de un buen gobernante a un paso de convertirse en estadista. Difícil y muy barato resultaría que se ganara ambos títulos que sólo existen en su imaginación, en el papel, si realizara un recorrido a pie por algunas colonias de Juárez, Chihuahua, Delicias y hasta el mismísimo Parral. El resultado entonces no tan sólo sería magro sino se daría cuenta de cómo se percibe a su administración y admito que este concepto es exagerado para catalogar un cacicazgo unipersonal. Resulta que de la noche a la mañana Chihuahua es ejemplo mundial en seguridad, inversiones, gestión, empleo. Paradigmático resulta que nos quiera vender, desde las esferas oficiales, que la reforma de Pensiones Civiles del Estado es presentable mundialmente en Europa, donde existen los mejores ejemplos de Estado benefactor que se registran luego de la Segunda Guerra Mundial.
Si me apuraran un poco, tendría que decirles que todo esto no es más que un burdo cosmético que pretende engañar, con absoluta ingenuidad, a no pocos. Quién puede creer que en la alta dirección del gobierno federal o entre los capitanes de la empresa nacional o local lo que se afirma por Duarte Jáquez sea cierto cuando habla de que vendrán miles de millones de dólares y otras lindezas, sin siquiera decir ante qué corporativos técnicos se tratan esos asuntos. Es la palabra y la saliva de Duarte, y no más. Tampoco los de la OCDE se tragan las ruedas de molino con las que Duarte quiere que comulgue, y entiendo que José Ángel Gurría, de deplorable memoria en nuestro país, fácilmente le organiza una visita de relumbrón, y al embajador mexicano en Francia habría que acusarlo de boquiflojo porque parece que cuando habla lo hace en un mitin priísta de barriada porque probablemente no sepa cómo está la circunstancia chihuahuense en pobreza, corrupción política, violencia que emblematizan en esta coyuntura las matanzas en Gran Morelos, Santa Bárbara, o el ataque a las instalaciones policiacas en Jiménez, amén de las ejecuciones registradas por la prensa.
Sin duda es fácil, muy fácil, irse al extranjero, tomar una palestra, aprovechar el cargo para veranear en encantadores lugares, y luego propalar cosas vecinas de la locura y el pertinaz hábito de mentir. Por eso, insisto, debiera hacer un recorrido por las colonias populares de las principales ciudades de Chihuahua para que, como sucedió en Meoqui, se percate de que lidiar el toro en plaza propia al menos no le permitiría mentir con la facilidad que le permiten dos o tres mil kilómetros de separación de su tierra o un océano completo, para echar su gato a retozar.
Cuando he tenido la oportunidad de hablar con diplomáticos de buen nivel, y advierto que son muy pocos, me han dicho que estas visitas se admiten por la incapacidad de decir que no por parte de las autoridades del país visitado, pero que se consideran de relumbrón y totalmente estorbosas. Y vaya que no hablan de un gobierno local, se refieren a los mismísimos jefes de estado.
La moraleja es que Duarte quiere ser candil de la calle, sin darse cuenta que es oscuridad en todas partes. O para redondearlo: Duarte, la oscuridad en la casa, cree que puede ser candil hasta en la ciudad luz. De locura.