Herman Hesse dijo: “Cuando odias a una persona, odias algo de ella que forma parte de ti mismo. Lo que no forma parte de nosotros no nos molesta”. Esta frase embona bien con la personalidad de Osvaldo Rodríguez Borunda en relación con Javier Corral Jurado. Son enemigos complementarios, se necesitan uno al otro y esto tiene historia. Son sosias, qué le vamos a hacer.

Quizá eso explica la referencia que los diarios hacen hoy a Miguel Ángel Granados Chapa, el insigne periodista de la segunda mitad del siglo XX mexicano. Un hidalguense universal, como universal es la figura de su paisano y general Felipe Ángeles, víctima de la venganza y envidia carrancista.

Se duele el dueño de los Diarios de que Javier Corral le haya puesto por nombre a una biblioteca juarense el de Granados Chapa. Y las sinrazones son un par igualmente despreciables: que es un personaje de “reconocida trayectoria izquierdista”, lo que cataloga de dislate; la segunda, vecina de un provincialismo estrecho, que “dicho nombre es totalmente extraño en Chihuahua, habiendo aquí hombres y mujeres distinguidas”.

A esto podemos llamarlo denostar por denostar, no digo criticar por criticar, porque no cabe el sentido filosófico y periodístico de esta última actitud.

Miguel Ángel Granados Chapa, más que todo, fue un gran pensador y crítico, periodista de renombre y escritor indispensable. Recuperaba el sentido ciudadano frente a los agravios reiterados del poder.

Lo recuerdo en un hecho político que difícilmente pueden emular los periodistas mediocres: cuando asumió la candidatura a gobernador del estado de Hidalgo, para combatir el viejo caciquismo priísta que hasta ahora no ha sido posible derrumbar. En esos afanes lo acompañé en su campaña y mi casa y mi familia se sintió profundamente honrada cuando lo tuvimos como huésped y compartimos con él el pan y la sal. Entonces ya se encontraba enfermo y a muy poco de perder la inevitable batalla.

Lo recuerdo cuando toqué a su puerta en la Ciudad de México para plantearle los excesos de poder y corrupción que inauguraba Patricio Martínez García aquí en Chihuahua y cómo me dio abrigo en la desigual lucha.

A Javier Corral en este aspecto se le pueden hacer críticas, por ejemplo, quienes lo acompañaron en la ceremonia inaugural de la biblioteca, el no ser congruente como periodista que se reconoció al asumir la gubernatura. Pero recurrir a una categorización indebida frente al gran periodista es, además, una ingratitud que supura envidia.

Somos una república con mujeres y hombres de talla y grandeza. Poco importa dónde se haya nacido y qué tan extraños vean a esos seres los que se esconden en el adjetivo pueril o en el aldeanismo más ruin.

Pero qué le vamos a hacer, no es quién Osvaldo Rodríguez Borunda para abordar estos temas. Lo de él son los business, en este caso la prensa convertida en mera industria y dinero, sangrado de las arcas públicas y compromiso con la corrupción.