No cabe duda que en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) confunden y mezclan la delincuencia con la política. Nada de eso es extraño en el anquilosado corporativismo mexicano priísta.

Ahora Alejandro Villareal pasa de la prisión por sus fechorías delincuenciales y la sombra del duartismo a la Secretaría del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE en la cartera de la juventud. Algo así como un ejemplo para que los nuevos maestros sepan que el crimen sí paga, aunque a veces tenga el sinsabor de haber pasado por la cárcel.

No voy a referir aquí los méritos en campaña de Villareal para haberse trepado a la política de las faldas de Elba Esther Gordillo y su parentela. Sí en cambio recordar que el siemprebienpeinado y siemprebienmaquillado dirigente sindical cometió tales desmesuras que lo inhabilitarían para la promoción que hoy le han concedido.

Pero al charrismo sindical eso, antes que baldón, es mérito.