Que se haga público el expediente penal de Maru
Javier Corral y Maru Campos, no lo olvidemos, son del mismo partido político, arrastran las mismas tradiciones y tienen los mismos estilos de conducirse. Esto viene a colación para comentar el artículo publicado por Maru Campos ayer domingo en las páginas de Opinión de El Diario de Chihuahua.
La electa escribió un texto llamado “Una transición responsable, genera un gobierno responsable”. Es una frase ambigua y acomodaticia, pero la miga de este comentario va en dos direcciones: en primer lugar, lo que ella dice, y en segundo lo que se le va a exigir como algo de previo y especial pronunciamiento.
Ella clama porque haya una entrega-recepción “sana”, “para seguir mejorando”, como si los últimos años fueran un parámetro para medir el progreso. Pide, además, pasar a una etapa en la que deben realizarse las acciones puestas en los planes de futuro, lo que le sirve de premisa para acabar con los posicionamientos. En otras palabras, que la política se la dejen absolutamente en sus manos.
Para ella, si la campaña terminó, ya todo terminó, y hay que dejar los protagonismos para ponerse a trabajar, porque a partir de este momento “el sueño común es tener una realidad feliz”, acompañando “a nuestros hermanos más necesitados”.
Pretende que se abandone la confrontación en favor de la política de diálogo y la cooperación, y como todos los que han sido gobernadores, sostiene que el proyecto más grande es Chihuahua, como si fuera una especie de isla ajena a su propia realidad a la nacional que la afecta, y a la internacional, que mucho la determina, en especial por la vecindad con Estados Unidos.
Para esta columna está claro que Maru Campos es la gobernadora electa, ese fue el resultado cuantificado en votos. Y claro, también es, que llegó apalancada por un fuerte compromiso con la oligarquía local a la que en buena medida debe su triunfo con el compromiso de ponerle diques al lopezobradorismo. A esa oligarquía que se deshace en discursos a favor del Estado de derecho, poco le importó que estuviera inmiscuida en actos de corrupción, que se conoce coloquialmente como “nómina secreta”.
En otras palabras, lo que María Eugenia Campos quiere es que se cancele la actividad política, teniendo como precedente la elección que ella cataloga como purificadora de todo su pasado. Obviamente que Javier Corral, de alguna manera, bloqueará estos propósitos. ¿Se echará para atrás Corral de los cargos contra Campos Galván?
Frente a esta circunstancia y proyecto de poder, sólo se puede replicar que las contradicciones que hay aquí y la política continuarán expresándose, y que mínimamente, antes de septiembre, se levante la exigencia de hacer público el expediente en el que fue vinculada a un procedimiento penal.
Es un requisito sin el cual no pasarán los deseos que ella abriga.