Dicen, y con mucho sentido común, que por la víspera se sacan los días. Esta vieja conseja nos viene como anillo al dedo para ir visualizando los negocios periodísticos de Osvaldo Rodríguez Borunda, el dueño absoluto de los Diarios. 

Aquí en Chihuahua nadie como ese personaje para caracterizar la prensa reducida a industria, a ganancia, y que de la información y la libertad de expresión se apiade dios, sobre todo ahora que el periódico diocesano se refugió en las páginas comerciales de los periódicos de papel, que cada vez más abultan los kioskos en los súpermercados, al igual que las críticas que hacen a las finanzas públicas, de suyo cuestionables. 

Pero cuando critican no están pensando en el interés de la sociedad sobre la que gravita la pesada deuda que viene de los últimos tres gobiernos. No es esa la óptica del señor Rodríguez Borunda; él piensa en sus finanzas, en sus negocios y en su protección texana, al resguardo de la cual, por alguna razón, la desea por encima a la de un simple vecino de alguna lujosa colonia de Ciudad Juárez. 

Este émulo de aquel coronel José García Valseca, que encadenó la prensa a los designios del gobierno, está afilando sus uñas porque sabe que con María Eugenia Campos Galván le esperan tiempos tan munificentes como los que tuvo con un par de gobernadores: Patricio Martínez y César Duarte.

Hoy, para hacerle frente a la nómina, vende felicitaciones a granel a los que ganaron las elecciones y que fueron candidatos del PAN. Llena planas y planas en el ejercicio de una especie de extorsión a proveedores poténciales del gobierno del estado a partir de septiembre de este año. 

Pero no sólo, y he aquí que viene una víspera que anuncia días nefastos: en varias ocasiones, a página completa a full color y hasta en inglés, se anuncia un restaurante ubicado por el municipio, manquenolocrea, en la antigua Hacienda del Torreón, que está a treinta kilómetros de la carretera Chihuahua-Juárez, un negocio que probablemente no obtenga ni las ganancias del costo de las planas que aparecen en El Diario.

Pero así se gasta el dinero público, en haciendas restauradas con fondos públicos, que luego sirven para poner restos restaurantes, y luego anunciarse en los periódicos para que tengan rentabilidad semanaria. 

Eso son los tiempos que vienen.