¡Ay morena, morenita mía! Parece que esta popular tonadilla de una canción muy usada en las serenatas de los enamorados trasnochados, le viene bien al comité estatal de ese partido y a sus inexistentes y testimoniales órganos de dirección. 

Esto, a la luz de las revelaciones que se siguen presentando en los medios a través de los audios que tienen en un extremo a la ciudad catalana de Barcelona, y, en el otro, a muy norteña de Chihuahua en México, representada la primera por Lucha Castro y la segunda por el operador corralista y “hombre de causas” (a veces muy ajenas), Víctor Quintana. 

La razón es muy sencilla: cuando hablan de las acciones a emprender en su peregrinaje hacia MORENA, olvidan que a este partido lo preside el profesor Martín Chaparro, al que ignoran en su afán cupular de pretender tratarlo todo directamente con el candidato seleccionado por el dedo mayor, Juan Carlos Loera. 

Qué extraño, por lo que se refiere al doctor Quintana, que se asuma morenista como el que más, a pesar de haber sido expulsado de este partido y excluido de su aspiración a la candidatura que favoreció a Loera, porque pudiendo haber tenido un excelente lugar en ese instituto político, desertó para irse a una administración panista desastrosa, de la que se separó previo a discutir con Javier Corral sus aspiraciones de sucederlo como abanderado morenista, pero quedar reducido a su simple operador.

Un tono de autosuficiencia y arrogancia se advierte en las conversaciones de los referidos audios, porque pareciera que Castro y Quintana tienen en sus escritorios los comandos para hablar con el círculo rojo de la política chihuahuense, desentendiéndose de la proverbial humildad cristiana que profesan. 

Ellos están en las alturas, por encima de todos. Bueno, eso creen.