Sostienen que MORENA es del pueblo, con sentido de propiedad, aunque esa categoría es inadecuada para la política y el derecho público. Además, afirman que “el pueblo es sabio”, lo que sea que esto signifique. Si ambas afirmaciones fueran verdades, ese partido no tendría en absoluto de qué preocuparse, sería único en el mundo. 

Pero para qué irnos a extensión tan grande. Veamos lo que sucede en el microcosmos del municipio de Chihuahua: ese partido desde sus instancias más influyentes va por otro rumbo: sus instituciones de representación no existen, sus militantes carecen de dos derechos básicos, no eligen a sus dirigentes ni a sus candidatos; por ende, buscan a estos últimos fuera de la continencia partidaria y en territorio enemigo, sea en el PRI o en el PAN, del pasado, que se supone dejaron los recién llegados al sabio instrumento patrimonio del pueblo. 

Extraña circunstancia, además, porque anclados en un pensamiento conspiracionista, le echan la culpa de todo a un Salinas, a una mafia del poder donde reclutan sus cuadros, a una Polevnsky que dura dentro de MORENA años y años, y a últimas fechas la descubren adicta al satán neoliberal. 

Pero eso sí, el presidente de la república, verdadero centro del poder, permanece sin mácula y sin responsabilidad alguna.

Como en los viejos tiempos del PRI: el presidente no está enterado, él es bueno y los de más abajo son unos malditos perversos que todo lo echan a perder.