Cruz Pérez Cuéllar publicó un desplegado que muestra desesperación por la candidatura morenista al gobierno del estado. Los firmantes están en su absoluto derecho a expresar sus ideas, pero no es válido que se muerdan la lengua al expresar sus argumentos: si quieren al gobierno fuera del proceso electoral, la exigencia corre para todos los niveles del poder. Entre líneas hay un cuestionamiento válido al gobierno de Corral: intentar la justicia penal empalmándola al proceso electoral, y esa circunstancia la he reclamado personalmente en infinidad de textos y editoriales. 

Sin embargo, que suceda así no exonera a Cruz Pérez Cuéllar de estar en falta, y aquí recapitulo dos o tres aspectos de su trayectoria demostrables y que lo hacen indigno ante el sentir ciudadano: recibió, de manera ilícita, recursos durante la era de la tiranía duartista; sirvió de esquirol al duartismo en las elecciones de 2016 con su candidatura en Movimiento Ciudadano. Si por él fuera, lo he dicho en innumerables ocasiones, hoy sería gobernador de Chihuahua Enrique Serrano; por otra parte, y esto ya en el plano puramente político, Cruz continúa siendo un hombre estructuralmente de derecha y claudicante ante el poder económico dominante en Chihuahua. A mi juicio, si llega a estar en la papeleta electoral como candidato a gobernador, será esencialmente un panista más en el recuadro.

En efecto, es paradójico: guinda por fuera, azul por dentro.