Para mí, qué bueno que continuáramos bailando el vals “Sobre las olas”, de Juventino Rosas, o el de “Ojos de juventud”, de Arturo Tolentino, que tan bien ha rescatado nuestro investigador chihuahuense Raúl Balderrama Montes. 

Pero no son estas melodías las que nos está tocando el PAN en estos días y lo hará de aquí hasta a las elecciones de junio de 2021. Nos quieren poner a danzar a todos bajo los acordes de la oligarquía cementera, sus similares y conexos, que representa Enrique Terrazas Torres, no se si nieto o chozno del terrateniente y cacique Luis Terrazas, el porfirista que se adueñó de todo y dijo que Chihuahua era de él, o como dice la leyenda: que podía amarrar una vaca en cada clavo de los rieles del ferrocarril. 

El grupo terracista ha estado en disidencia con la versión panista que representa Javier Corral; lo ven como un chivo en cristalería y no pensaron nunca que fuera tan inútil, holgazán e ineficiente. Por eso, en 2016 aspiraron a tener un gerente en la gubernatura en la persona del ultraderechista y siervo de los empresarios, José Luis Barraza (alias “El Chacho”). Le abrieron sus arcas para que compitiera por la gubernatura hace ya casi cinco años, y montaron un aparato que obtuvo no pocos votos. Pero como el señor Terrazas Torres no tiene ideales ni eticidad de ninguna índole que no vaya más allá de sus intereses, luego ordenó a ese siervo que se convirtiera en consejero de Javier Corral y, obvio, lo hizo como está dispuesto a hacer cualquier cosa, como lo vimos en 2006 contra Andrés Manuel López Obrador.

Ahora no pierden el tiempo: quieren frente único en Chihuahua para combatir a fondo la llamada Cuatroté, sin importarles que están llevando a una situación límite al estado, en la cual no se descarta la rebeldía ciudadana contra la exclusión que prevalece a más de cien años de que estalló la revolución en 1910 y en contra de ellos. 

Maru y la oligarquía que quiere gobernar Chihuahua.

Ese frente lo ven aprovechando al PAN, apoyando a María Eugenia Campos Galván, a ciencia y paciencia de que saben desde hace mucho que tiene deudas con la justicia penal por su complicidad con César Duarte y Jaime Ramón Herrera Corral, el que le entregaba cantidades de dinero que se mostraron desde hace cinco años. 

Eso sí. Cuando a esos empresarios que cierran filas y mueven todos los resortes a su alcance se les llena la boca de satisfacción cuando hablan del Estado de derecho; pero traicionando ese ideal, caen en el más monstruoso y execrable utilitarismo por considerar que para competir les conviene más María Eugenia Campos Galván que Gustavo Madero, que también es chozno del legendario cacique chihuahuense. 

Podrán hacer caravanas de diversas dimensiones, pero nada podrán si instauramos el poder ciudadano. Tenemos el deber de dar paso a la primacía del derecho sobre la arrogancia del poder y conformar una administración neutral, no la que desean los vendedores de acero, casas y sus accesorios. Hay que levantar la voz: se necesitan ciudadanos rebeldes.

No me toquen ese vals.