Así como para animar el ambiente de su propia campaña electoral que no prende, de cuya ilegalidad por cierto no ha participado la autoridad electoral, Rafael Espino recién filtró un documento a la mal llamada “prensa nacional” con el que pretende “revelar” un asunto delicado de corrupción que termina, en realidad, evidenciando otros males de este sexenio.

Se trata, dijo un columnista que trabaja tanto para El Universal como para El Heraldo de México (y todo parece indicar que, por ahora, para Espino), de un informe en el que el “consejero independiente” de PEMEX da a conocer, quién sabe si con permiso de más arriba, una investigación que concluye con algo que realmente ya sabíamos los mexicanos: el llamado “huachicoleo” aún persiste en el país gracias a la corrupción que no termina de irse en el paraíso de la Cuatroté.

El asunto que mete ruido al tema, más allá de la naturaleza de su contenido, es que Espino dice habérselo entregado a su cuate, el presidente de la república, ¡desde noviembre de 2019! Es decir, si lo que Espino afirma es cierto, entonces esta administración no se ha encargado del asunto ni en tiempo ni de manera expresa, salvo militarizar las aduanas para tratar de impedir tácitamente la entrada ilícita de hidrocarburos de procedencia ilegal sin obviar la corrupción que hace domésticamente perder a PEMEX miles de millones de dólares.

Espino se quiere presentar con un anticorrupto de alto nivel, pero su informe, por lo visto, no ha dado resultados, mucho menos al agrónomo Romero que dirige la paraestatal. 

En otra entrevista, con el mismo columnista, Espino aborda un par de temas con un discurso ñoño que peligrosamente roza los linderos de la derecha política a la que pertenece. Dijo que Chihuahua acuñó, por “mala fama”, el término “feminicidio”. Sólo faltaría que en lugar de encarar el problema lo ocultara a como se hace en la actualidad, por medio de periodicazo$$$, o procediera como el duartista Enrique Serrano cuando se filmó una película gringa de narcos en Ciudad Juárez hace unos años: demandar a los productores por hacerle “mala imagen” a la frontera con esos cachivaches fílmicos.

El otro tema ya es harto recurrente por quienes pretenden allegarse algunos puntos en las encuestas: dijo que Chihuahua “necesita menos política y más administración”, con lo que se proyecta así mismo, dirían los cánones más recientes de la psicoterapia. O sea, Espino conoce sus propias debilidades: la política. Olvida, o ignora, que como el desequilibro en la insulina, esta descompensación entre la buena política y las sanas finanzas generan un cuerpo sano.