Carlos Loera De la Rosa, delegado del gobierno federal en la entidad, advierte que no se debe politizar ni “manosear” el problema del agua que ha afectado la cuenca del Río Conchos en la región centro-sur del estado. Si eso se entendiera como abordar el problema con seriedad por parte de las autoridades competentes, estaría muy bien y además sería una obligación encararlo de ese manera, no con la injuria y la impericia observada hasta ahora. Desde luego se trata de un lenguaje ambiguo, porque “manoseo” aquí se entiende que no sean los propios partidarios, entiéndase parte del llamado “pueblo sabio”. 

Pero dicen que la mentira dura mientras la verdad no llega, y aquí es donde ese “manoseo” se advierte con todos los tentáculos que puede tener un pulpo. De la nada brota que Rafael Espino De la Peña aparezca, facciosamente, en todos los aspectos, como un gestor en medio de este conflicto. Eso sí es manoseo del más burdo estilo y francamente detestable, si tenemos en cuenta que Espino presume ser el pregobernador de Chihuahua, seguramente con el consejo hídrico del corrupto y dormilón exsenador Patricio Martínez García, con el que apareció recientemente exhibiendo cubre bocas y degustando un desayuno, no sabemos qué tan suculento.

Usted, como yo, sabe que Espino a lo largo de los últimos meses no nos ha hablado de la situación de PEMEX para nada, que sería su obligación; al igual ha sucedido con el problema del agua referido. Él ha hecho mutis y ha clavado su cabeza en un hoyo como las avestruces, de tal manera que se le quiere presentar de forma electorera y el tratamiento presidencial sería profundamente inequitativo, pues mientras acusa a azules de andar buscando votos, no creo que en este caso él ande buscando algunos pozos de petróleo. Esquizofrenia pura.