Preámbulo

El domingo 10 de abril se realizará, organizada por el INE, la Consulta sobre la Revocación de Mandato del presidente de la república. En un ambiente en el que se ha profundizado la polarización, se hace indispensable tener una visión reposada, informada, más allá de las ciegas y obcecadas actitudes que se observan con igual intensidad entre quienes apoyan a López Obrador y quienes desean defenestrarlo.

En lo personal, no pertenezco a partido alguno ni me ata ningún interés en esta jornada de participación ciudadana. Respeto con espíritu democrático el partidarismo que se pueda tener hacia alguna de las dos desembocaduras de este proceso, y por tener una modesta presencia cívica ya he dado a conocer mi decisión de no participar en la misma, más que todo para que quienes me siguen en mis textos periodísticos sepan mi perfil al respecto. Con ese fin aporto estas sencillas opiniones.

Numeralia

La Lista Nominal que hay en el país es de 92 millones de ciudadanos, todos con derecho a participar. Y si el 40 por ciento de esa cifra lo hace, es decir 37 millones, es base para que la determinación vincule los resultados del SÍ o NO, como lo prevé la Constitución.

Al respecto, y en una elección altamente competida y difundida, Andrés Manuel López Obrador obtuvo en 2018 la cantidad de 30 millones 113 mil 483 votos, es decir, cerca de 7 millones menos del resultado necesario para que ahora refrende su cargo el próximo 10 de abril.

En esa elección, la de 2018, estaba previsto instalar 162 mil casillas, pero se instalaron 154 mil, y en la jornada del próximo domingo 10 de abril sólo se pretenden instalar 57 mil 516 casillas, meta que ojalá y se logre. El dispositivo receptor de los sufragios en sí misma hace imposible que se reciban los 37 millones que representarían ese 40 por ciento para ser vinculante.

Pronóstico

Es previsible que habrá un alto abstencionismo en el que incidirá el inicio de la llamada Semana Santa, pero sobre todo la falta de una contienda real que alinee el SÍ y el NO manifestado con un gran entusiasmo ciudadano. En realidad, si nos atenemos a la aceptación del presidente vía encuestas, no hay interés en que deje la Presidencia, y tampoco las fuerzas político-partidarias están empeñadas en movilizar sus bases para defenestrar al presidente.

Esos datos nos hablan de que el 40 por ciento no se logrará y por tanto la vinculación de sus resultados quedará fuera de lo estatuido por la Constitución.

Es previsible que por debajo del 40 por ciento señalado el resultado favorezca al presidente, y sólo quedará como una cifra indicativa, una costosa encuesta más. De donde se desprende que si llegase a superarse el 40 por ciento, López Obrador se quedaría de presidente. Si no se alcanza –sea cual fuese el resultado concreto– también se quedaría de presidente, lo cual le resta atractivo a la participación, porque los ciudadanos salen a las urnas cuando advierten que van a decidir realmente algo de trascendencia, como en 2018.

¿Quién pide la revocación de mandato?

Paradójicamente quienes han impulsado la consulta son los adherentes del presidente, MORENA y la burocracia gubernamental, y no los ciudadanos, y en términos generales ni quienes están en su contra, sin desconocer que hay en un extremo de la polarización quienes quieren ver rodar su cabeza.

Esta consulta, de acuerdo a estas notas, es un ejercicio impulsado desde el poder para refrendar el poder, calculado, medido y hasta responsabilizado en un supuesto desempeño desdeñoso del INE. Nadie apuesta contra sí sabiendo que va a perder.

Democracia participativa

Hay un engaño con el que pretende imponerse la idea de que quienes no estamos por asistir esta vez a las urnas somos contrarios a la participación directa. El argumento es falso, y participaremos cuando realmente la revocación sea un arma en manos de los ciudadanos y no un instrumento autoritario y refrendatario, surgido de las entrañas del mismo poder.

¿Cuándo se dará la disputa central?

Si recurrimos a un análisis de costo-beneficio, tendríamos que decir que a estas alturas, si se alcanzara el 40 por ciento y triunfara el NO, sería un desastre para el país una pugna presidencial por el poder en estas circunstancias, estando a la puerta de una sucesión como la de 2024, que prácticamente está a poco más de un año de distancia.

En defensa de la Constitución, la ley y el derecho

La democracia mexicana, germinal aún, se pone en peligro cuando el presidente y sus más altos funcionarios violan la ley descaradamente, realizan campaña transgrediéndola con opacidad y utilizando recursos públicos. Lo que hoy preocupa es que el poder instalado abandere la idea de que la ley es un cuento y que ellos, los poderosos, no están para ese cuento.

Lo que no lograrán con una consulta plena, deseada, pertinente, obligatoria, lo lograrán a través de dos artilugios. El SÍ, sin ser vinculante, ganará, y eso será bastante para presumir el apoyo al presidente, y desde luego culpar al INE de que no hizo las cosas como debían ser. En esta consulta ya hasta la víctima propiciatoria está a la vista de todos.

Mensaje final

Si usted va a a participar, lo respeto; si va por el SÍ o por el NO, o si se va a abstener, también lo respeto, pues la Constitución misma establece un mínimo del 40 por ciento, en respeto a su vez del 60 por ciento restante, y con el gran deseo de que a este país no se le polarice de manera artera, como hoy sucede, y con fines de imponer una hegemonía autoritaria que aún no alcanzamos a dimensionar, pero que sería terrible para un país que quiere caminar por la senda de la democracia y la constitucionalidad.