Entre el momento en que el auditor superior de la federación, Juan Manuel Portal, diera a conocer a nivel nacional que se investigaban desvíos financieros en el estado de Veracruz por 30 mil millones de pesos y el momento en que su gobernador Javier Duarte cayera, transcurrió prácticamente un mes.

No es ninguna comparación… pero todo es posible. El auditor superior acaba de pronunciarse hace unos días sobre el caso Chihuahua, mientras un juzgado de distrito acaba de admitir la Demanda de Amparo promovida por el que esto escribe, para que la PGR proceda, en tanto que las facciones reyistas del PRI en la entidad se reorganizan (incluso Lucía Chavira fue designada delegada estatal de la SEDATU) para tomar el control de su comité estatal que ya espera con ansias la expulsión del excacique local del tricolor. Indicios, pues, de que la caída de César Duarte y sus cómplices es inminente.

Por el contrario, estas acciones aparentemente aisladas, se suscitan en medio de la inacción mostrada por el gobierno de Javier Corral sobre el mismo tema, salvo la ambigua declaración pública en el sentido de que “dentro de dos semanas habrá órdenes de aprehensión”. A todo ello se suma la reciente postura de Víctor Valencia de los Santos –otro baecista–, quien busca su salida temporal del PRI, respondiendo a la frase de “todos los priístas estamos hechos del mismo barro” con un “pero no es lo mismo bacín que jarro”. Como se ve, lo que viene es una escisión en el PRI con tal de asaltar el poder en el CDE chihuahuense, un espacio en el que ya ni los duartistas quieren más duartismo por una simple razón: se están quedando solos porque el excacique ya no representa a nada ni a nadie.

Los signos inequívocos, pues, de la caída de Duarte y su secuaces.