Columna

Rodrigo de la Rosa: inquisidor de la ortodoxia duartista

inquisidor-1jun2015

Bien es cierto que de Rodrigo de la Rosa poco o nada se puede decir. Sin embargo, en un instante y en calidad de furiosi se lanzó contra las candidaturas independientes cual jefe del santo oficio legislativo duartista. Con la avidez del que defiende un credo y quiere contener posibles blasfemias, lanzó su conjuro para evitar que los miembros de todos los partidos, el que sea, incluido el adosenado PRD de Hortensia Aragón, puedan generar renegados de última hora, a los que pretende obligar a mantenerse, así sea por unos años, en una ortodoxia que sólo él y su padre político conocen.

En un afán de contener el sentido democrático de las candidaturas independientes, casi cataloga de apóstatas a los que puedan desviarse de sus creencias. Desea que haya fieles, con tal de mantener el credo priísta incólume. No es casual que en un régimen autoritario como el de Chihuahua, se catalogue de renegados a los opositores que están en activo y a los potenciales. ¿Quiénes han hablado a lo largo de la historia de renegados? En el ámbito de la religión, el catolicismo monárquico de España, y de manera contemporánea los totalitarios que dominaron la escena internacional durante buena parte del siglo XX, entre ellos los que se hicieron de las capitales de Alemania, la extinta Unión Soviética, la actual Beijing y La Habana. No se queda en el olvido la estirpe de dictadores norcoreanos, verdaderos especímenes del jurásico.

Y hablando de nuestro país, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo así fueron tildados, sólo por disentir del partido hegemónico. De tal manera que no resulta extraño que el mirrey duartista emplee lenguaje tan elemental. Como todo inquisidor, es un guardián de ortodoxias cuyos fundamentos desconoce para repetir exclusivamente, a partir de dogmas, las condenas que se le ordenan por la jerarquía pontificia local.

Pero habría que preguntarse qué hay detrás de estas palabras. Echemos un vistazo, iniciando por sus pares en el Congreso local. Hortensia Aragón, del PRD, de ninguna manera se puede eventualmente considerar renegada, porque realmente su trayectoria está teñida de puntuales servicios al PRI; el actual presidente del Congreso, Fernando Reyes, podría encajar en la clasificación, pues todos sabemos que desde aquel viaje que hizo a París con Reyes Baeza cuando fue diputado del PAN, de 2004 a 2007, regresó más tricolor que la bandera con la que entró Iturbide a la Ciudad de México. Y así los panalistas, los verdes, y dentro de ellos los petistas, que le queman incienso a un ídolo llamado revolución proletaria detrás del cual está el gobernador del estado en turno. Esas excrecencias políticas no están re, que subrayo, negando de nada. Ellos ya tienen su fe sólidamente cimentada y además no estarían buscando ninguna candidatura independiente porque no piensan separarse de la teta partidocrática de la que se benefician todos los días.

Entonces, ¿dónde están los renegados? Sin duda, potencialmente en el PRI, y en menor escala en las disidencias políticas que se han expresado en el estado con relación a la vergonzosa vida de los partidos políticos. Pero, ¿sabe usted de una figura con esas características al interior del PRI? Algunos dicen que es Marco Adán Quezada; sinceramente al que sólo he visto besar la cruz del viejo partido hegemónico, y al que no le niego, aunque ni conjeturalmente lo pienso como posibilidad, la intención de buscar un cargo al margen del PRI al que ha pertenecido. Y que quede claro: si tal cosa llegase a suceder, nunca tendría para él el adjetivo de renegado, porque simple y llanamente tiene derecho a buscar opciones de acuerdo a la libertad política. Afirmo que no tiene esas agallas, pero eso no lo veo a la luz de ninguna moralina y menos de alguna supuesta ortodoxia.

Quizá en la estrecha mente de don Rodrigo, deferencia que le brindo exclusivamente como recuerdo al medioevo español, no existen categorías políticas al uso; y sí, en cambio, conceptos propios de un estado que Duarte “consagró” al Sagrado Corazón y a la Virgen María, rodeado de toda la clerigalla que encabeza Ausencio Miranda, y por tanto recurra al lenguaje inquisitorial de la monarquía absoluta española. Lo más lamentable es que piense que en Chihuahua no hay ciudadanos sino siervos, esclavos prestos a luchar con saña contra los infieles. Esta columna podría terminar con las siglas AMDG Ad maiorem dei gloriam, pero bien saben mis lectores que soy un simple descendiente de judíos expulsados por los reyes católicos de la legendaria Sefarad. Y aún me duele.