Por lo visto no hay modo de hacerle entender a Miguel Riggs su papel como síndico municipal en Chihuahua. Y por lo visto tampoco a la dirigencia de su partido, el PAN, ni a los funcionarios del círculo rojo (es un decir) que lo protegen. En lugar de investigarlo por el supuesto caso de corrupción que lo involucra a él, a su hermana y al gobierno del estado que contrató a aquella millonarios servicios publicitarios gracias a su presunta intermediación, se le premia por anticipado con un carguillo partidista para darle lustre este próximo viernes como anfitrión de la llamada “Primera Reunión Nacional de Síndicos”.

Al ahora “coordinador estatal de síndicos panistas” le gusta el turismo político. Tan sólo hay que ver cómo reparte sacos de frijol en compañía de la alcaldesa de Chihuahua, María Eugenia Campos, a quien en lugar de sacarle cuentas, cual es su papel en la realidad, mejor se pone a sacarse la foto con la presidenta municipal, repitiendo la comparsa que el duartista síndico, Héctor Barraza, de ingrata memoria, le hacía al también duartista Javier Garfio. Por eso algunos amantes del humor negro suelen pensar que el duartismo en Chihuahua sigue vigente… gracias a panistas como los comentados.

A decir de sus hechos, Miguel Riggs es un joven ingenuo y contradictorio, porque siendo él uno de los grandes necesitados en consultar las leyes para el desempeño de su delicado encargo, asume posturas de ofendido (sobre el caso de su falta de acta de nacimiento) y “regaña” y ofende la inteligencia de los reporteros al pedirles que no hagan preguntas tontas, que mejor lean la Constitución. Otra vez el pato tirándole a las escopetas. En fin, que con su PAN se lo coman.