Quién iba a pensar…
El célebre sir Winston Churchill, reconocido mundialmente como uno de los más brillantes parlamentarios del planeta, en alguna ocasión propuso que el diseño arquitectónico del Parlamento, en particular su sala de sesiones, debiera contar con un pasillo de recorrido obligatorio para todo aquel que cambiara de partido, lo traicionara o hiciera dudoso un voto crucial.
Reconozco que estoy citando de memoria, no tengo el texto a mi alcance. Pero ahora que en el Congreso de Chihuahua resultaron tres votos de diputadas y diputados morenistas que se plegaron al maruquismo, debieron haber tenido en cuenta la propuesta de Churchill, para efectos de conocimiento social, más que anécdota del Diario de Debates que nadie lee.
Pues no fue así, y ahí está la reyerta de la inutilidad pastoril de Cuauhtémoc Estrada, que con este hecho pone en entredicho su liderazgo.
Aquí la variedad se dio en dos formas: las diputadas Roxana Díaz y Edith Palma se ausentaron a la hora de la votación, viciada y muy trillada táctica de la “oposición “cómplice”; en cambio Pedro Torres llegó a la sesión confuso y distraído, y zas, que voto por el marupaquete financiero para 2026.
Con este motivo han menudeado las amenazas de instalar la inquisición morenista y algunos miembros del partido hegemónico hasta han dicho que les faltó movimiento social a la diputada étnica y a la exestrella de Televisa. Desconozco las entrañas de este entuerto, pero me niego a pensar que la lógica fue la del charro Ponciano, que dejo a vuestra imaginación.


