Deja muchas interrogantes el homicidio de José Guadalupe Medrano Rodríguez, ocurrido el pasado domingo. Se trata del jefe de custodios del CERESO de Aquiles Serdán que tenía catorce años de antigüedad en el servicio.

Durante el mes de marzo hubo 27 crímenes dolosos que cegaron la vida de otras tantas personas en la ciudad de Chihuahua. Estos hechos violentos, a medida que pasa el tiempo, se van convirtiendo en cosas de la cotidianidad; son noticia hoy y mañana quedan en el olvido.

La información que debiera dar el gobierno, en este caso la Fiscalía y la Secretaría de Seguridad Pública, es nebulosa, y a ciencia cierta no genera certidumbre de ninguna índole.

Pero en la calle, y después del suceso del homicidio de Medrano Rodríguez, todo se alteró y se generó una especie de micro estado de sitio: hubo revisiones vehiculares en las calles, se cerraron caminos, se suspendieron la visitas familiares al penal, y al parecer hubo una razia en la que se detuvo a varias personas, pero nada que esclarezca un hecho tan delicado como la persecución y el homicidio del referido custodio, quien estaba laborando en un penal que, al igual que los del resto del estado, son verdaderas bombas de tiempo.

Uno se entera de los movimientos burocráticos que producen estos sucesos. Recuérdese que después del motín del CERESO de Ciudad Juárez, en plena cruda por los festejos del año nuevo de 2023, hubo modificaciones para reestructurar la Fiscalía General del Estado, quitándole la responsabilidad de los penales y pasándolos a la Secretaría de Seguridad Pública, encabezado por un personaje, Gilberto Loya, que ha demostrado no dar el ancho para estar al frente de esa dependencia.

César Jáuregui, en ese contexto, dejaba la Secretaría General de Gobierno, relevante cargo porque se le asigna el número dos del poder, para ir a encabezar la Fiscalía que dejó en condiciones de desastre Roberto Fierro.

La lógica es: hay un crimen y se mueve el aparato burocrático, a la espera del siguiente, y así sucesivamente.

¿Qué hay detrás del homicidio de José Guadalupe Medrano Rodríguez?, ¿qué hay de los otros once custodios que han sido asesinados? Son preguntas cuyas respuestas se reclaman, porque su ocultamiento sólo contribuye a agudizar la crisis en la que ha caído el gobierno de María Eugenia Campos Galván.