Miranda Weckmann: predial por indulgencias
El arzobispo atlacomulqueño, Constancio Miranda Weckmann (algunos le llaman Ausencio), ha planteado que la iglesia católica quede exenta del pago del impuesto predial, precisamente diseñado constitucionalmente para favorecer al municipalismo, aunque esto no siempre existe. En otras palabras, lo que está planteando es que se le conceda un privilegio, similar a los que dicha iglesia tuvo durante la Colonia española y gran parte del siglo XIX, hasta que se consumaron –no del todo– las grandes reformas liberales que dieron lustre a personajes de nuestra historia, como Juárez, Ocampo, Ramírez, por sólo mencionar una tercia.
En esencia, se trata de una jerarquía clerical insaciable, no nada más porque ahora se vayan a minar un modesto impuesto, sino por todo lo demás que tiene mayor calado en la vida del país. Su lema siempre será más, más y más.
Evidentemente la exención no ha de ser concedida ni a la Iglesia católica ni a ninguna otra. No hay argumento fiscal que sustente la pretensión, porque los privilegios hace tiempo que se abolieron en México, en el viejo espíritu que expuso en los tiempos de la Revolución francesa el famosísimo abate Sieyès en una obra específicamente dedicada al tema. Sin que sea cita textual, el francés dijo que un privilegio es un estímulo para unos cuantos y un desaliento para todos los demás. La jerarquía de la iglesia católica, o como se decía en el pasado, el alto clero, o el clero político, siempre y por sistema ha querido vivir en un estado de excepción en el que primero están ellos, después ellos y siempre ellos. La historia del país habla muy claro al respecto y jamás han tenido respeto por la Constitución ni por el Estado de derecho que se desprende de la misma.
Ojalá y el proyecto de Ley de Ingresos que envíe el Cabildo de Chihuahua, y en general todos los cabildos del estado, de entrada no den pábulo a que la exención prospere, y que la legislatura, a la hora de aprobar dicha ley, deniegue las pretensiones expresadas por Miranda Weckmann. Nos mantendremos atentos del desenlace de este asunto. De todas maneras, no está de más apuntar dos o tres cosas de significación y que son antecedentes de vísperas en el asunto que me ocupa. Veamos: en primer lugar, el ambiente que ha dejado la famosa consagración que realizó César Duarte Jáquez en franca contravención al precepto constitucional que dispone que nuestra república es laica y que, por cierto, mereció una queja puntual ante la Secretaría de Gobernación, que encabeza Miguel Ángel Osorio Chong, y a la cual se han puesto oídos sordos, hace factible la pretensión de ser exonerados de una carga tributaria con plena justificación fiscal. También se puede decir limosna y regalías para nosotros y cuerno para el municipio. En Chihuahua hay una complicidad en torno a todo esto.
Por otra parte, están las fastidiosas declaraciones de un funcionario segundón en Chihuahua –Ricardo Mejía Borja–, encargado de la Tesorería municipal, en el sentido de que sería bueno que la iglesia católica no pagara el impuesto predial. Este señorcito habla como feligrés y se olvida de que es funcionario público, más cuando se comporta discriminatorio porque para él nada más existe la iglesia católica, negligiendo, cual es su costumbre, reconocer que hay muchas otras que vendrán después, y con justa razón, a pedir la exención si esta se decreta. Elemental, para los que saben de esto, mas no para este segundón vallinista venido a menos, muy a tono con el ignorante que está en la Presidencia municipal.
Y le sigue los pasos el oscuro coordinador de los regidores panistas, Carlos Rivas, que considera “incongruente” imponer cargas a quien, según su dicho, “ha suplantado al gobierno y al Estado” en las tareas que este “no ha podido”. Parece que vivimos a merced de los colonialistas, tanto por el recuerdo de la época de los privilegios, pero sobre todo porque sus cabezas están atadas a un desprecio superlativo por la Constitución.
En esencia, estos funcionarios públicos, de Duarte para abajo, panistas o no panistas, no cubren una función de Estado, sino más bien están pensando en recibir las indulgencias plenarias que les salven sus almas a la hora de rendirle cuentas a su creador, y pensarán por qué no, si el progresista Francisco ha indultado a los Legionarios de Cristo, pues qué más da quitar una gabela en el nombre de Dios, y que los demás sean los que paguen la carga de vivir en una comunidad sin servicios. Antes el lema de estos señores era religión y fueros; ahora parecen sustituirla por limosna pa’ nosotros.