Todo estuvo armado. Primero fueron las lágrimas en un evento público, luego el mensaje apresurado, desde casa, para tratar de atajar las murmuraciones a voz en cuello de sus vínculos con César Duarte, recién extraditado.

Y ayer, justo después de vincularse a Duarte a proceso, la gobernadora Maru Campos recurrió, aunque sea con toda la burocracia a su disposición, para dar un discurso muy al estilo lopezobradorista, en un golpe mediático casi inesperado, “a un año de su triunfo”, y decir, entre toda la paja dispersada, que “la justicia no será simulación”.

No es un informe oficial, pero la moda de festejar mediáticamente los triunfos electorales cada año no pudo ocurrirle en mejor momento a la panista: justo después de que un juez de control declarara la vinculación a proceso al corruptor del panismo maruquista, César Duarte Jáquez.

Y si en política los mensajes cuentan, la gobernadora fue hasta el Polyforum de Santa Rita, que estrenó precisamente Duarte Jáquez en su momento y con el mismo propósito, para dar un discurso de aparente independencia y darle sentido, de una vez por todas, al famoso dicho de “primero mis dientes y después mis parientes”, materializando de paso, con un dejo de perversa apropiación, aquello de que “el poder es para poder”.

Con esa presentación al estilo de una coach de vida, Maru Campos selló la decisión de juzgar localmente a su bienhechor financiero en su etapa como diputada del Congreso local e integrante del Comité Directivo Estatal del PAN.

Lo que tenemos es que Maru Campos ya está haciendo callo por morderse bien la lengua cada vez que habla de aplicar la ley en contra de los corruptos, tomando en cuenta sus nexos políticos-financieros con Duarte, al que hoy vincularon proceso.

Duarte. Extraditado y vinculado a proceso.

Con mucha premura, sus más cercanos colaboradores quieren hacer pasar esta decisión judicial, que en teoría –sólo en teoría– es autónoma, como un acto de neutralidad del gobierno de Maru, que a veces también quieren confundir deliberadamente con mano dura, para que se “sienta” su poder, por el hecho de que Duarte estará en la cárcel por lo menos seis meses más, en lo que continúan las investigaciones. Tiempo en el que, tanto judicial como políticamente, pueden ocurrir muchas cosas diferentes a las que hoy estamos presenciando… o las mismas.

Tras la denuncia de 2014 contra el tirano, al PRI le llevó casi un lustro desconocer y correr al exgobernador de sus filas. A Maru, quien hoy ha de respirar con un poco de menos dificultad, le llevó ocho años “desligarse” de él. Y aún así, Duarte sigue teniendo sangre priísta y un corazón corruptor que abarca, incluso, a algunos panistas.