La facciosidad del financiamiento electoral
Causó confusión, y podríamos decir que asombro, en lectores poco avezados, la información que circuló en torno a cómo se van a repartir los dineros públicos para el próximo proceso electoral. En concreto, que de una bolsa de 191 millones (todos los números los vamos a redondear), el PRI únicamente participará con 37 millones, cifra muy distante de los 60 que recibirá el PAN. A botepronto estos datos no le cuadran mucho a los lectores de periódicos. Y, en efecto, requieren una explicación complementaria. Los partidos satélites al PRI-duartismo (PRD, PV, NA, MC y PT) alcanzarán en conjunto la cantidad de 106 millones de pesos, desglosándose así también en millones de pesos: PRD, 15; PV, 22; NA, 28; MC, 2; PT, 500 mil, que sumados a los ya mencionados del PRI, dan la cifra, esta sí exacta, de 15 millones 447 mil 132 pesos, lo que constituye un altísimo porcentaje de la tajada electoral para influir en el proceso de 2016.
El PAN recibe 60 millones, la parte menor, proporcionalmente hablando. Los partidos mencionados acapararían la cantidad de 167 millones de pesos, para cerrar finalmente en los 191 presupuestados para la elección del año entrante si sumamos lo que recibirán el Partido Humanista, Encuentro Social y MORENA, que se llevarán cada uno 3 millones y medio de pesos para participar por primera vez en una elección local, complementando, al final de los finales, una reserva de 1 millón 200 mil pesos para candidaturas independientes a gobernador.
Vistas así las cifras, tenemos que el PRI y sus partidos paleros se llevarán la más grande cantidad del presupuesto electoral, cuenta habida de que en conjunto todos obedecen a la misma línea dependiente y subordinada del PRI. De por sí estamos hablando de un gasto injustificado y exorbitante, no deseado por el común de los ciudadanos, a lo cual hay que agregar el fraude que se hace a la idea original que dio sustento al financiamiento público de los partidos, precisamente para auspiciar un sistema democrático de partidos políticos, no la caricatura que hoy tenemos. Estos datos no hay que perderlos de vista, además porque se constituyen en canonjías de pequeños grupúsculos de vividores y zánganos.
Y lo más importante: el PRI jamás se ajusta a tope de campaña alguno, gasta en demasía y maquilla contabilidades.
El sarao merodiano
Finalmente ayer fue el evento de la senadora Lilia Merodio. La clase política dio muestras de una urbanidad hipócrita, tanto de pretendientes y rivales de la senadora como de los que asistieron desde la Ciudad de México, en un avión fletado ex profeso para un informe ordinario. Si el evento hubiera sido en la época prehispánica de México, se habría distinguido por el generoso empleo de teponaxtles y chirimías y algún toque de flauta dulce. Llamó la atención el beso de mejilla que se dieron Graciela Ortiz y la propia informante, y otros que esta repartió: besos forzados, de labios apretados, de esos que se estilaban en las películas que se hicieron en la era franquista en España, porque como cantaban Los Churumbeles, un beso de amor no se lo doy a cualquiera.