Vaya justificación que propala la gobernadora Maru Campos para instalar su muro de acero contra las mujeres: si López Obrador puso el suyo en Palacio Nacional, todos estamos en libertad de hacer lo propio.

El cinismo creció en el discurso maruquista cuando refiere que ella incluso fue reprimida y gaseada en Palacio Nacional hace varios años.

En lugar de tomar la experiencia de que la represión en todas sus formas es violencia inadmisible en contra de los ciudadanos y los gobernados, lo que intenta la gobernadora es algo así como ponerse tablas: si lo hacen mis adversarios, lo hago yo.

Por esa línea es que nos explicamos la corrupción de este gobierno: si Duarte fue corrupto, porque yo no.

Esta es una forma ruin de negarse a rendir cuentas y asumir responsabilidades. Independientemente de lo que hagan los otros, aquí el gobierno fue omiso y tuvo 365 días de un año para que no sufriéramos la ignominia de la instalación de un muro como el que vimos el pasado 8 de Marzo aquí en Chihuahua.

Otro mañoso es, también, Víctor Quintana, adicto al corralismo, que en su editorial en El Heraldo el día de hoy, en un artículo que titula como “El miedo, pretexto para gastar”, sólo le alcanza la vista para criticar el muro maruquista y no el lopezobradorista, que inspiró a la gobernadora.

Dudo que el sociólogo Quintana se compre unos lentes para ver mejor la realidad, porque ahora la miopía que le causa la búsqueda de un hueso en el corralismo neomorenista le hace olvidar el portentoso muro que el presidente de la república instaló en derredor del Palacio Nacional, inspirando, insisto, a Maru Campos, la copiona.