La campaña de Mario Vázquez por el Senado (obviamente que incluye la de su pareja de fórmula, Daniela Álvarez) se ha caracterizado por la frivolidad, la ausencia de propuestas, y para decirlo rápido, jamás ha hablado para qué sirve el Poder Legislativo, en particular la llamada “Cámara Alta”.

Por eso se mueve en el ámbito de la futilidad y en el más ruin de los regionalismos. Dice, como Maru, que va a “defender Chihuahua”; pero habla de un Chihuahua inexistente que sólo está en su mente, y que a últimas fechas le robó un viejo e inútil lema de los republicanos de Texas, Estados Unidos.

Es la frase que mucho se pronunció en el pasado, “no se metan con Texas”, que ahora, ayuno de imaginación, el candidato Vázquez hace suyo y repite en sus reuniones: “No se metan con Chihuahua”.

Parece que la amistad de Maru Campos con el racista y separatista gobernador texano, Greg Abbot, ya produjo, en el discurso de Mario Vázquez, una fórmula vana y profundamente equivocada, porque al final está insinuando una especie similar de separatismo para crear la hermana república de Chihuahua.

Pasa por alto el candidato Vázquez que está aspirando a un escaño en la cámara llamada a ser el sostén del pacto federal; pero él se conforma con alimentar mensajes ruines como el mencionado y con la infaltable “defensa” del agua, que buenos dividendos electorales les dio a los panistas en el pasado, pero que no se ha concretado en nada de fondo.

Con esto se acredita que no tan sólo las finanzas de las campañas gravitan en los negocios de la corrupción maruquista, sino que hasta el más falaz de los discursos texanos se ponen en boca de un candidato que, lamentablemente, pierda o gane, ya tiene un pie que lo coloca en la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión.

Él está en un lugar en el que ya es senador. Y los ciudadanos debemos estar atentos de su dolosa ignorancia.