Frente Amplio Opositor: los que refundieron al país, ahora lo quieren ‘refundar’
Finalmente se dio a conocer que el PRI, el PAN y el PRD formarán el Frente Amplio Opositor, con miras competir por la Presidencia de la república, las senadurías, las diputaciones federales y todo un manojo de elecciones locales.
Es un frente que surge desvalido porque cada uno de los partidos que lo integran tiene una historia muy compleja, con legados que de alguna u otra manera los hace impresentables, y eso es un lastre electoral muy pesado de arrastrar, en una competencia tan desigual como la que supone encarar a un partido de Estado en ciernes, como es MORENA, que tiene de su lado todo el aparato administrativo federal, gran parte de las gubernaturas, el virtual control del INE, y la monolítica línea de liderazgo que representa Andrés Manuel López Obrador.
Quiero decir que mientras en MORENA hay un líder que dice la primera y la última palabra, y todos obedecen, en el naciente Frente Amplio Opositor están “Alito” Moreno, Marko Cortés, Jesús Zambrano, Claudio X González, Gustavo de Hoyos, José Ángel Gurría, y tantos otros que lo menos que se puede suponer es que traen muy acendrados sus intereses y sus propósitos inmediatos.
Dicen los fundadores de este frente que van a buscar la alianza con la sociedad civil. Este último concepto, aparte de no definirse, porque sirve para todo y para nada, es inconcebible cuando el adversario número uno de lo que supone el término, fue precisamente el PRI durante muchos años, como para ahora creerle que actúa de buena fe.
Del PAN y el PRD, qué decir. Cada uno a su tiempo fue un instrumento que se presentó como adversario irreconciliable del PRI, uno a la derecha y el otro a la izquierda.
Cuando el PAN empezó a significar algo más que un “misticismo democrático”, ciertamente impulsó un discurso en favor de la democracia, pero que había llegado envuelta en el regalo neoliberal, que traía anexo un proyecto muy restringido de democracia. PAN y PRI profesaron el credo del neoliberalismo y el Consenso de Washington, y lo asumieron a ultranza. El primero tuvo dos sexenios de oportunidad y salió reprobado, porque lo que se llamó “neopanismo” no era otra cosa que negocios y corrupción, en medio de una democracia más que acotada, para garantizarle a los de arriba su predominio capitalista.
El PRD llegó a plantear una transición de otro corte y se desangró en reyertas internas de poca monta. A su tiempo, los fundadores abandonaron el barco sin ofrecer una alternativa de continuidad, y donde gobernó el PRD espacios importantes, lo hizo plegándose al credo neoliberal, a final de cuentas.
Cierto que se crearon instituciones autónomas, pero siempre hubo ausencia de un proyecto de Estado nuevo, y a la hora del colapso de esta transición, como ha sucedido en otros procesos mundiales, el país se agarró con veinte uñas a un liderazgo carismático y caprichoso, que ahora ejerce una hegemonía que parece incontrastable.
La crisis de liderazgos del nuevo frente es profunda, pero lo es más la falta de confianza que tiene al interior de la sociedad. Quién puede creer, como lo decía uno de los impresentables del PRD, del que omito su nombre, que los que refundieron al país, ahora lo quieren refundar.
A reserva de ahondar en el tema, seguiremos informando…