“Para Federico Baeza Mares, nuevo presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en Chihuahua, no hay persona más positiva que un empresario”. Así se expresó en una primera entrevista con El Heraldo (edición 24 marzo de 2017) el novel heredero empresarial, portador de un apellido de abolengo y una casta conservadora, históricamente influyente en las decisiones (conservadoras) del poder privado y público.

El continuismo ideológico del cachorro Baeza Mares, miembro ProVida, también se observa en esa entrevista cuando define sus posiciones: al preguntársele acerca de la familia y las modificaciones a las actas de nacimiento, contesta: “¿Para qué moverle a lo que estaba funcionando?”. Ferviente creyente, tocado por la divinidad, casi un elegido, asume su filantropía de derecha ante la prensa: “Hay que servir para servir (…) hay que aprovechar el liderazgo que Dios nos ha dado para servir (y) devolver a la comunidad algo de lo que nos ha dado”.

El reportero escribe de él así: “Él, creyente y practicante, no tiene dudas de que Dios lo mandó a Vida y Familia: ‘Ha sido una satisfacción enorme colaborar en el proyecto de esta asociación y ser parte de la misión de salvar vidas, ayudando así a la conservación de la familia, que es lo más importante’, menciona, asegurando que se siente honrado en el cargo que ocupa”.

Eso no es todo. Hoy, Federico Baeza Mares se entrenó como columnista del mismo periódico que lo entrevistó hace un mes y, aunque breve, escribe en el mismo tono que piensa, lo cual, para muchos, eso al menos ya es una ventaja. Lo que llama la atención es el título de su primera colaboración: “¡Más nos vale participar!”. Lo digo porque en todos estos años de lucha contra la corrupción, a la que alude en su texto, más bien debería titular sus notas como “¡Nos vale participar!”, o como empresario, “¡Nos ha valido participar!”. Obviamente atina cuando afirma en esas líneas que “los ciudadanos comprometidos seremos el factor de cambio, debemos de exigir y no permitir los actos indebidos que se han dado y que sin duda alguna siguen y seguirán pasando”. Pero falla cuando se incluye así mismo entre esos ciudadanos comprometidos y cuando aventura que la corrupción es incombatible, que de todos modos seguirá pasando.

De ese tamaño es la estatura del jovial empresario que está a favor sólo de la “crítica constructiva”, el que piensa que con su llegada a Coparmex ahora sí es “momento de acción, de compromiso y de exigencia ciudadana”. Por poner un ejemplo ya clásico, ¿dónde estaba cuando el duartismo? Quién lo sabe. Lo que sí sabemos es donde está ahora y, a decir de sus palabras, donde estará en el futuro.