El homicio de René Villarreal ya produjo dos sucesos intrigantes. El primero, según los medios, que rompiendo protocolos se ordenó la incineración del cadáver y, el segundo, que por lo pronto no hay chivo expiatorio sino un Pony expiatorio, en la persona de Roberto Lara que renunció a la Junta Central de Aguas y Saneamiento.
En relación al primer dato y por respeto a los familiares de la víctima no haré más comentarios. Sí en cambio por lo que se refiere a Roberto Lara porque no se sabe si su renuncia fue definitiva o simplemente táctica para regresar después de la investigación penal, pues el dice que no quiere ser obstáculo en la indagatoria, aparte de declararse totalmente ajeno, tanto al quebranto económico como a una posible participación en el delito de homicidio. Habrá que esperar para tener un panorama completo por el interés que ha provocado este suceso.
Como quiera que sea todo este caso nos habla de la poca estatura moral y política de la clase panista. Desfalcos y, conjeturo, que aprovechando el viaje se quieran deshacer de gente que colaboró en el gobierno corralista. Lo que hablaría de ruindad.
No es hidrólogo el que renunció, pero sí expiatorio potencial. No un chivo pero sí un pony.