Al recién electo dirigente nacional del PAN Jorge Romero le vienen muy bien unas clases de historia y antropología política. Dice en una de sus primeras declaraciones que “Ahí estará el PAN cuando la gente se harte de MORENA”. Si fuera un deseo, no pasaría de ahí; pero en realidad le conviene a este líder entender que eso no va a suceder por una sencilla razón: los funerales del Partido Acción Nacional se celebraron hace tiempo cumpliendo toda la liturgia católica que tan arraigada estuvo en los padres fundadores del tipo de Manuel Gómez Morín, que lo mismo pasaba de las oficinas de un banco, a la defensa en su bufete de los latifundistas desplazados por la Revolución a decir discursos de alabanza a la santísima virgen de Guadalupe.
Esto no fue obstáculo para que fuera un fundador de un partido liberal y opositor que se empezó a desnaturalizar tanto que pasó a ser la franja azul en el escudo tricolor del PRI, es decir, un partido que se indigestó tan pronto tuvo poder, abandonando la famosísima brega de la eternidad.
Jorge Romero: el PAN ya no está y usted tampoco, menos cuando se rodea de gente del corte de Santiago Taboada, por solo mencionar a un farsante.
Cuando Jorge Romero despertó, siguiendo la idea de Monterroso, el dinosaurio estaba ahí y su partido era entenado del mismo.