Ha sido una constante el odio de la derecha política mexicana contra el Estado laico. Este derecha, compuesta por el alto clero católico y sus ramificaciones, los empresarios, desafían permanentemente un proyecto de educación pública para el país. El desafío va desde cuestionar los principios constitucionales hasta el montaje de toda una especie de aparato paralelo al público, mediante el cual se venden servicios educativos desde el nivel maternal hasta el de alto nivel profesional. Hasta aquí, lo dicho no representa novedad alguna. Se trata de algo notorio y que además data de muchos años atrás.

Lo que hoy quiero resaltar es que ese desafío ya cobra un alto rango de conductas políticas que hacen ostensible la contradicción, a ciencia y paciencia, de las instituciones del Estado mexicano que se muestran obsequiosas, más cuando al frente de las mismas están las personas que dan pábulo al desafío referido.

Lo voy a mostrar con algo aparentemente sencillo y sin importancia, como lo es un anuncio en un diario de la localidad, publicado por el Instituto América (su lema es “Por la Cruz, a la luz”). Pues bien, este instituto da noticia de su open house y aparte de recordar supuestos 114 años de “educar con valores”, vende sus servicios en los niveles de maternal, preescolar, primaria, secundaria y bachillerato, dando noticia de que se trata de un “colegio católico”, por si alguna duda pudiera quedar de su transgresión al artículo tercero de la Constitución, que muy claramente defiende la laicidad en materia educativa, no estando de más subrayar que conforme a la Carta Magna, la república tiene precisamente la característica de ser laica.

Este asunto podrá parecer cosa de la cotidianidad y, como ya dije, sin importancia. Pero no es así. Este derecha no ha renunciado a su postura de revancha por las históricas derrotas que ha sufrido desde que se estableció la Reforma liberal en México y la consecuente separación iglesias-Estado, que es un prerrequisito para la existencia de un Estado moderno y democrático.

Si transgredir la ley es educar en valores, como reza el anuncio del open house del Instituto América, tiene pertinencia la pregunta de si la violación y negación del derecho vigente es un nuevo valor que se llama intolerancia.

Este tipo de circunstancias debieran dar pie para que el secretario de Educación en el estado, Pablo Cuarón, levantara la voz para que se aplique la ley; pero es obvio que eso es algo así como pedir peras al olmo, cuenta habida de que la educación pública en Chihuahua se entregó precisamente a esa derecha a la que me he referido.