Los Diarios, si fueran honrados y respetaran a los lectores que les quedan, deberían declararse de una vez por todas como los medios oficiales del gobierno de Maru Campos, en específico en el asunto de César Duarte.

En esos periódicos hay más hígado que cerebro. Así se advierte en la portada de la página de Opinión que se publicó el pasado domingo 5 de junio. En ese editorial se habla de una “decisión contundente y sin titubeos de procesar al exgobernador Duarte” por parte de la gobernadora, quien no puso ni un punto ni una coma en el expediente que hoy se ventila en un juzgado de la localidad.

Dos cosas es correcto no perder de vista: el odio que se tienen Osvaldo Rodríguez Borunda y Javier Corral, alimentado por sus caracteres temperamentales, y salpimentado porque los Diarios no recibieron presupuesto durante el quinquenio del panista. Por otro lado, en ese artículo al que me refiero, pareciera que tienen información privilegiada, que los enteran antes de que acontezcan los hechos, supuestamente para darle más efecto a la línea editorial.

Todavía no se dictaba la prisión preventiva y ya afirmaban que había ilusos que creían que Duarte iría a parar con un médico. Se adelantaron al juez. Hablan de carpetas deficientes construidas durante el corralismo, de convenios ilegales, confesiones y testimonios arrancados bajo tortura, física y psicológica, sin haber valorado, porque no se puede, el expediente.

Luego, hablando en favor de Duarte, dicen que la fiscalía estatal estira la liga para pedir cosas que el Tratado de Extradición no permite, cuando en realidad la hipótesis es diferente, por la posible reclasificación del delito, establecida en ese instrumento bilateral.

Exponen además que hay una deficiente solicitud en la extradición y que los únicos delitos por los que se puede vincular a Duarte están colgando sobre alfileres, achacando a Corral deficiencias en su trabajo.

Aunque la apología del delito ha dejado de ser una figura en los códigos penales, El Diario engloba con su editorial una defensa tal de Duarte, que lleva a pensar que están colocados del lado de la corrupción política delinctiva y que desearían, ni más ni menos, que el tirano exgobernador recobrara su libertad, cosa que jurídica y políticamente no es posible por ahora, como es fácil conjeturar a la luz de los escasos datos serios que se filtran a la opinión pública.

Así pretenden los Diarios defender a Maru de esta contingencia, seguramente porque están horneando un buen convenio publicitario, y no se diga de edictos, que ya prácticamente ocupan la mitad de las páginas de estos periódicos.