Un abogado me envió reflexiones, a vuela pluma, sobre la reciente demanda de César Duarte contra Javier Corral, aduciendo un “daño moral”. Antes de reseñar ese envío, quiero recordar que Gonzalo N. Santos, el afamado cacique potosino, definió la moral como “el árbol que da moras”. Así se consagró en una frase la proverbial corrupción que ha privado en el país durante muchas décadas.

Más allá de lo coloquial, el problema con la demanda del exgobernador, tiene un fondo digno de no perderlo de vista.

En primer lugar, por lo descabellado que resulta el hecho de que, habiendo sido su gobierno como lo visualizó la sociedad chihuahuense, y él lo sabe, aspire hoy a que se le retribuya por los supuestos daños que sufrió, pero no mediante una disculpa, sino en metálico, en monedas de oro que ya se van calculando hasta en miles de millones de pesos.

No cabe duda que sigue valorando en oro lo que pesa, aunque ahora esté más delgado. Es un ejemplo más que expresa el tamaño de su ego.

Pero la preocupación es jurídica y el abogado la cataloga de “grave”, si se tiene en cuenta lo siguiente: en primer lugar, considerar si la demanda se entabló en lo particular contra Javier Corral, como persona física, lo que implicaría, de ganar el juicio, que Corral tendría que pagar de su bolsillo, de su peculio, forjado de dietas presupuestales innumerables.

En segundo lugar, y he aquí lo más delicado, es que si la demanda de César Duarte se entabla en contra del también exgobernador Corral, en su carácter de funcionario que fue, entonces se terminaría pagando cantidades millonarias soportadas en las arcas públicas. Y sería aberrante que esto último sucediera.

El proceso político y jurídico a César Duarte tiene más oscuros que claros. No pocas cosas están sucediendo y la sociedad chihuahuense está desinformada. El gobierno, el Poder Judicial, debe transparentar lo que está ocurriendo, para que todos sepamos cuánto y a qué cantidad ascienden las reclamaciones, ya que se estaría construyendo un robo descomunal para pagar al tirano, no obstante las ofensas que le hizo al pueblo.

Confirmo, por las observaciones que me enviaron, que en efecto, Duarte se guía por Gonzalo N. Santos, y para él la moral es también un árbol que da moras, en este caso, cantidades millonarias.

Habrase visto.