Javier Corral impidió que Unión Ciudadana se expresara en su foro anticorrupción. Nada más natural en él, empeñado como está en imponer un par de cosas: su narrativa sobre la corrupción en Chihuahua y el protagonismo con el que se le quiere “arrejuntar” a López Obrador.

Le puso una barrera de guaruras a la Unión, que parecían linieros ofensivos del futbol americano. Además semejaban camellos rumeantes, pues al parecer les dieron goma de mascar para los nervios. A cada solicitud de que no impidieran el libre tránsito, salivaban y mascaban nerviosos su chicle, o la sustancia que estaban ingiriendo. Sea registrado el hecho en el libro de la infamia.

El que superó a la reina María Antonieta fue Corral: dijo que la protesta es “irrelevante”. Al menos la consorte de Luis XVI (lo registra más la tradición que la certidumbre) cuando le dijeron que el pueblo francés tenía hambre dijo, con mayor ingenio: “Si no tienen pan, que coman pasteles”. El problema es que aquí sí tenemos PAN, y trabajamos desde afuera para que pronto nos lleguen los pasteles.

Suele suceder que los tiranos actúen así. Qué le vamos a hacer.