Columna

Carta a Jaime Beltrán del Río: no seas parte de la infamia

Estimable Jaime:

Esta carta se escribe por un par de imposibilidades; hay barreras para hablar directamente, pero al mismo tiempo no conviene replegarse en el silencio. Tengo motivos con diverso peso que me mueven: fui el primer candidato a gobernador del PRD en 1992, cuando el partido no había caído en la descomposición actual. Compartimos el haber nacido a orillas del Conchos en la ciudad de Camargo y nuestras familias se aprecian y se respetan, y en pocos momentos hemos coparticipado en la lucha contra el autoritarismo priísta, cada quien desde su particular ubicación política e ideológica.

Entre otros, hay hechos que me han llevado a reflexionar en torno a tu candidatura a gobernador del estado, en una coyuntura en la que lamentablemente hay una tendencia indiscutible a atomizar el voto, cuando está suficientemente claro que el adversario del pueblo de Chihuahua es la corrupta tiranía duartista que se quiere consolidar en una atroz continuidad en la persona de Enrique Serrano y el equipo que lo rodea, que es expresión de la más refinada decadencia que hayamos visto en Chihuahua a lo largo de su historia contemporánea.

Hacia fines del año pasado compartí contigo y muchos otros ciudadanos y ciudadanas una mesa en la que se debatió el significado de 2016 para Chihuahua; ahí te escuché que tu presencia política, significativa si nos hacemos cargo de tu posición al frente de uno de los municipios más importantes de la entidad, siempre estaría dictada y orientada con altura de miras. En ese momento estaba en presencia la mera posibilidad de crear un Frente por la Unidad Democrática de Chihuahua, que muy pronto se malogró, particularmente por el alineamiento que tomaron los partidos políticos y el surgimiento de las candidaturas independientes, en especial la de José Luis Barraza.

Los caminos se fueron estrechando y el PAN se fue reduciendo exclusivamente a sus propias fuerzas, y a mi juicio no tomó las medidas más adecuadas, pertinentes y propias de su antigua y desaparecida vida democrática, delegando las decisiones importantes en manos de una junta de notables que vive en la Ciudad de México. El PAN se ponía de espaldas a su tradición de la celebración de convenciones democráticas, como la de 1986, de la que surgió Francisco Barrio; la de 1992, que la consolidó, o la de 1998, que fue prácticamente la única en la que palpitó un envidiable espíritu de partido.

Sé de cierto que tuviste esas escenas enfrente y que eso te orilló a tomar un camino diferente, y es precisamente al que me quiero referir. Abandonaste al PAN y te perfilaste como candidato del PRD, actualmente un partido deshonrado, sin votos y en el que la traición y el más burdo utilitarismo han sustituido una vida política medianamente aceptable. Te convertiste en candidato del PRD quizá sin darte cuenta de que estabas destruyendo tu propia vida política y lanzándola al cesto de la basura, y, lo más grave, te hospedaste en una casa en la que una parte de sus moradores no te quiere, otra te va a utilizar y los muy diestros en el arte de medrar te convertirán en una pieza negociable por monedas a la que tú te estás prestando.

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Beltrán del Río. Candidato perredista.

Has de saber que en el PRD chihuahuense la línea fronteriza entre política y delincuencia ya no se nota. De una parte Hortensia Aragón Castillo se ha convertido en la reina de una casa caciquil en la que sólo los que portan sus apellidos tienen decisión y la usan para satisfacer sus desmedidas ambiciones de dinero. Esta es una parte. Hay dos más: Pavel Aguilar Raynal se ubica en el ámbito del derecho penal, y Héctor Barraza en los servicios al PRI al que todo le debe. Tú, por tu propia voluntad, has entrado ahí. Por ende, tiene enorme oportunidad el que conjeturemos el por qué.

Veamos hechos duros. Cuando Unión Ciudadana pretendió fundarse en la ciudad de Delicias tú lo impediste; al alimón está la circunstancia de tu papel de funcionario en la antigua Unión Progreso y su proceso de conversión en una institución de banca múltiple invadida por César Duarte y Jaime Herrera Corral. Es lógico pensar que tú optaste por tus intereses antes que por tus principios, porque ordenarle a tus subordinados en el municipio que se abstuvieran de dedicar su tiempo libre a la construcción de Unión Ciudadana, fue un acto que conculcó la libertad de trabajadores del ayuntamiento que tu presidías. De tal manera que la construcción de tu candidatura no puede dejar de verse como un servicio a la corrupción política, más si compartes conmigo -no te creo ingenuo- que la misma no puede alcanzar más allá de unos cuantos votos que te colocan a años luz de un posible triunfo electoral.

Yo no puedo menos que comparar tu candidatura con la mía en 1992. En ese año estuve seguro de dos cosas: abrir una alternativa democrática y de izquierda para Chihuahua, senda que se aperturó para ser derrotada a la postre por tus apoyadores en ese partido; la otra, contribuir a la derrota del PRI como realmente sucedió con el triunfo del PAN y de Francisco Barrio. Me moví en el justo espacio que me daba distancia del partido hegemónico y también del PAN. En cambio a nadie le cabe duda que tu candidatura y el partido que te hospeda están jugando en favor del PRI. Eso hasta un niño de pecho lo sabe. Entonces, podemos considerar que a tí te mueven diversos resortes que van desde el despecho hasta la tutela de tus propios intereses, si es que acaso te has adherido a burdo pragmatismo.

Quiero que sepas que esta carta la pongo en tus manos bajo una responsabilidad estrictamente personal, como la voz de un ciudadano que hoy no milita en ningún partido ni a ninguna campaña -lo que da ventajas y desventajas, lo entiendo-, y sin estar adscrito a los intereses en pugna por limitar y aun eliminar tu propia candidatura. Te comparto que he visto los pronunciamientos del llamado grupo “Galileos”, las respuestas que han encontrado aquí de Hortensia Aragón y su parentela, y la infaltable de Pavel Aguilar. Internamente al PRD eso es una pugna menor; tú eres sólo un detalle en la feroz lucha que se libra por los despojos del que fuera una gran promesa partidaria para México y se deshizo. Guadalupe Acosta Naranjo y quienes lo siguen en la empresa para desbancarte, es uno de los grandes contribuyentes a la decadencia del PRD, ferviente partidario del Pacto por México, del que también fue acólito Gustavo Madero Muñoz y que vino a deshonrar de manera plena al sistema de partidos para convertirlo en el peor coagulo que lacera el cambio democrático en el país y que todos reconocen como la partidocracia.

Hoy, Acosta Naranjo y Fernando Belaunzarán se envuelven en la bandera de la anticorrupción por el escándalo César Duarte-Unión Progreso, pero nunca los vimos a lo largo de un año y medio levantar un popote por esta causa; y ahora, en un juego de poder, juegan esa carta. La disputa por Chihuahua, en un proceso largo, del cual queda por recorrer un gran trecho, no pasa por ahí. Pero tratándose de tu persona, claro que sí, porque en los dos meses de campaña que te esperarían, aparte de las reconvenciones que te harán a cada paso los ciudadanos de Chihuahua, te preguntarán si eres o no eres el candidato. Se trata de una incómoda condición a la que, realistamente hablando, sólo se presta alguien que quiere satisfacer algún interés inexpresable, aunque formular este juicio me resulta espinoso, por la utilización que se le ha dado para encontrar a quien da cuerda para obtener aviesos fines.

Sé de lo que hablo.

Créeme que ha ocupado mis reflexiones la condición en la que te encuentras. No deseo para tí que llegases a formar parte de algún capítulo de La historia universal de la infamia (en la que se intercalan vísceras y conversiones) como de la que Borges escribió notables páginas. Creo también en dos pensamientos despeinados: aquello de lo que uno está formado depende de la genética, en lo que te convertirás de la política; y que cuando de títeres se habla, es frecuentemente que haya ahorcados, y para eso ya están las cueras.

Errores todos los cometemos, pero el valor de las personas se aquilata cuando los corrige. Estás a tiempo, renuncia a una empresa que realmente no te ofrece nada sino la construcción de tu propio y consciente desprestigio. Quisiera que todas estas palabras, más allá de la pasión que encierran, las entendieras dictadas por el sentido común, que desgraciadamente suele ser el menos común de los sentidos.

Está por demás, finalmente, recordarte que tú no crees en lo que pudiera llamarse “perredismo auténtico”; la prosapia conservadora de la que vienes a mi me da claridad al respecto. Entonces qué caso tiene sumarse a la horrenda caricatura que es el PRD y estorba a todos donde esté. Como contador sabes que “a todo cargo corresponde un abono”, y qué lamentable sería que de por vida te lo recordaran, traducido no tanto a la política, sino al desmerecimiento de la dignidad personal.

Sinceramente.

Jaime García Chávez

Correo electrónico: garciachavez.jaime@gmail.com