Es una obviedad afirmar que el alcalde Marco Bonilla está rebasado por la inseguridad en la ciudad de Chihuahua, entre otras muchas causas se debe a su incomprensión del fenómeno, a la falta de conocimiento sobre el tema y su obstinada actitud de no automodificarse.

Cree que basta andar pelando los dientes por todas partes, con una sonrisa que parece tener tatuada en el rostro. Pero como es fácil concluir, ese camino no conduce sino a incrementar números de ejecutados, masacres, y lo que ya se sabe en la ciudad de Chihuahua.

No hablo por hablar. El día de hoy aparecen en el periódico El Heraldo de Chihuahua, las declaraciones que pintan de cuerpo entero al alcalde. Su premisa es que él se siente “plena y totalmente seguro” y aseveró que “todas y todos deben sentirse así”. Bonilla cree que su borrachera de poder es contagiosa, tanto que se da el lujo de tomar una frase muy, pero muy desgastada, para afrontar los problemas de la seguridad que padecemos.

Dice el alcalde: “Sólo quienes andan en malos pasos deben sentirse inseguros”. Su cerebro no le da, por ejemplo, para reflexionar en las víctimas del fuego cruzado entre esos que andan en los “malos pasos”.

Por esa línea, y dado lo elemental de su pensamiento, podría endilgarnos todo un programa de radio que reitere, como se decía por allá en los años sesenta: “Son las diez de la noche, ¿sabe usted con quién andan nuestros hijos?”. O esa otra que enfatiza que “el que mal anda, mal acaba”.

Bonilla parece capellán de pueblo y debiera asumirse más que todo como evangelizador, y aun así, si llegase a emplear estas frases, se vería rebasado.

Marco Bonilla no termina de disfrutar el juguete nuevo que le ha representado la presidencia municipal, por eso su sonrisa permanente y las ingenuas barbaridades que dice día con día.