De mi generación, quién no se acuerda de la revista Siempre!, que dirigió José Pagés Llergo. El semanario jugó durante varios lustros un papel relevante en la política nacional. Fueron los tiempos dorados del PRI. Simpatizante del oficialismo, de todas maneras en sus páginas hubo plumas muy distinguidas e influyentes. Por señalar sólo dos: José Alvarado y Vicente Lombardo Toledano.

Eran los tiempos de artículos de fondo que rayaban en el ensayo, y el editorial semanario siempre marcaba la agenda de la coyuntura con opiniones que gozaban de un amplio auditorio, y en las cuales era frecuente que hubiese críticas al presidente de la república en tono de moderación y consejo, pero al fin y al cabo los lectores sabíamos que detrás estaba un disenso.

En una larga época la revista dio alojamiento y plena libertad al suplemento cultural La cultura en México, donde pudimos leer estupendos textos de escritores de muchas partes del mundo, que se distinguieron por sus aportes y análisis para comprender, en esa época, la Guerra Fría y un mundo bipolar.

La crítica literaria no le fue ajena en lo más mínimo, y ahí, semana a semana durante un largo trecho, estuvo la histórica columna ¡Por mi madre, bohemios! de Carlos Monsiváis, que podía mostrar hasta los aparentes y nimios usos de los poderosos y convertirlos en un mordaz cuestionamiento, conveniente a la comprensión de la comedia humana mexicana. En fin, ahí estuvo la mano siempre creadora y liberal de Fernando Benitez.

Mucho más podría apuntar en este apresurado resumen, pero mi tema es otro, aunque tiene que ver con la revista.

Las herencias y los legados no siempre son honrados, y mucho menos afortunados, por quienes suceden a sus fundadores. Ahora esa revista es dirigida por Beatriz Pagés a quien pudiéramos catalogar como una pésima albacea.

Ni en contenido ni en formas la revista puede aspirar a ser lo que fue. Con la polémica portada de hace unos días, mostrando una efigie de la aspirante morenista a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, con un tocado repleto de esvásticas y la consigna de “¡No permitamos que gane!”, la edición se convierte en una pésima publicación, absolutamente partidizada y panfletaria, en un tiempo en el que el periodismo de partido camina por la calle de la amargura.

La señora Pagés es adherente del Frente por México, integrado por PAN, PRI y PRD, y a lo largo de todo este tiempo se ha caracterizado por hacer pronunciamientos que denotan un talante absolutamente fanático.

Cuestiona la polarización existente, a la cabeza de la cual está Andrés Manuel López Obrador, sin darse cuenta que lo único que produce es completar el proceso porque ella también hace su contribución. Es una adversaria complementaria y parece no darse cuenta.

Creo que en razón de esto, un nutrido grupo de ciudadanos y ciudadanas le hizo un público reproche a través de un desplegado, digno de atenderse, porque a la vez que reconoce el sustento en la libertad de expresión para pronunciarse en uno u otro sentido, incurre en convertir un medio de comunicación en una simple tribuna partidaria, entregada al panfleto barato.

Finalmente, como a muchos de los firmantes, me preocupa el empleo de categorías y simbolismos con los cuales pretende catalogarse al régimen que tenemos. Es ordinario que se recurra a la cruz gamada y al recuerdo del nazifascismo para cuestionar a una oponente, a un Estado o a un jefe de Estado, sin detenerse en que tal cosa no tiene sustento ni en la historia ni en la ciencia política.

En todo caso se rehuye al rigor para definir adecuadamente las cosas en favor de un “argumento” trillado.

Cuando se actúa de esta manera lo que se ocasiona es un desorden que no permite ir a la esencia. Pero pedirle a la señora Pagés que se adentre en esto, es mucho, ahora que ha convertido a la revista Siempre! en un pasquín indigno de su fundador, don José Pagés Llergo.