Javier Corral, es más que evidente, rehace su vida política. Está en una labor de juntar la pedacería para renacer más adelante. Así lo muestra, entre otras actividades, la carta abierta que dirigió al diputado de MORENA, Gustavo De la Rosa Hickerson, mejor conocido como “El Pichú”, en remembranza a una pieza oratoria que pronunció hace décadas, exponiendo alguna faceta de la cultura inca del Perú. Por esa razón, en realidad debiera apodarse “El Machú Pichú”.

Después de esta digresión sobre el remoquete del legislador, tres cosas habría que comentar de la obsequiosa misiva. El estilo, porque cuando es artificioso se nota y se pierde en los múltiples halagos que la contienen, pensando que la lisonja se pagará recíprocamente, con el riesgo de que, efectivamente, así ocurra.

Otra es la parte esencial, la que sí importa, y que se refiere a los privilegios que el gobierno de María Eugenia Campos está otorgándole al empresario Luis Lara, con regalos inmobiliarios que hacen presumir compromisos políticos o de campaña.

La última pudiera ser que, en realidad, en medio de tantas flores, el diputado morenista tome la causa anticorrupción, que es evidente, y que esta columna ha denunciado desde la decisión del Congreso para autorizar la venta de inmuebles a Luis Lara y cómo posteriormente se han ido consumando los hechos.

Corral dispone de información al respecto y es lo interesante de su carta, porque de ser ciertas sus afirmaciones, y no dudo que lo sean, hay una corrupción que obliga a revocar la decisión, y llegado el caso, hasta llevarlo a los tribunales. Empero, es difícil hacer causas comunes con Corral al respecto por su probado utilitarismo. Además, la colaboración con él, así sea desde otra barrera, siempre termina en traición.

No se habla de memoria. En los tiempos de Unión Ciudadana, Corral tenía una opinión adversa de Luis Lara como pieza del duartismo, pero a lo largo del quinquenio, no hizo absolutamente nada por desactivar esa red de corrupción, y por eso se extiende hasta ahora. Ficosec, esa agencia empresarial de falso altruismo, parasitaria del presupuesto público, se sigue nutriendo de los negocios de estado.

Hoy su conducta pendularmente se vuelve a radicalizar, y entonces le lanza flores al diputado De la Rosa y mucho almíbar, porque en una de esas el colibrí chupa el néctar y le hace el trabajo al hombre que hasta ahora se conserva panista, porque es muy difícil dejar de serlo, cuando le debe todo y le sigue quemando, además, incienso a Manuel Gómez Morín, al tiempo que le hace ojitos a López Obrador.