Está ante el Instituto Estatal Electoral (IEE) una solicitud que puede desencadenar la realización de un plebiscito que ponga a consulta el proyecto de la alcaldía chihuahuense sobre la iluminación pública de la ciudad. En sí misma la iniciativa busca trasladar la decisión final a manos de la ciudadanía, sacándola de los confines tradicionales de la burocracia cerrada. 

Será el demos, el cuerpo ciudadano, el que otorgue el o el no. Es tan sencillo como eso. Ha habido precipitación en la presentación del proyecto, presentado de la noche a la mañana y sobre él hay un alud mercadotécnico para obtener un consenso social superficial y los empresarios tradicionales –ajenos a todo compromiso social– ya le dieron el visto bueno. 

Lo previsible es que el plebiscito se decretará y sin duda marcará un precedente por ser el primero en su género aquí en el estado de Chihuahua y también en el país. Se trata de una deliberación pública que ha de ser informada y eso significa construcción de ciudadanía. No hay argumentos para oponérsele. El PAN, que en 1995 trajo a la Constitución de Chihuahua la democracia participativa, que tiene mayoría legislativa en el Congreso y que recientemente votó la ley de esta materia se deshonraría, más de lo que está, si se opone a la realización legal de un plebiscito que otorgue certidumbre a la legitimidad de una decisión pública. 

Como se sabe, la tramitación de la concesión, y sobre todo sus aspectos financieros, pasan por una decisión congresional que no ha de precipitarse. Los diputados deben tener sensatez y prudencia para hacer del plebiscito artículo de previo y especial pronunciamiento que anteceda a la injerencia que en esto tiene el Congreso. 

Hoy vivimos un fenómeno de gran desconfianza hacia los gobernantes, más si tienen su raíz en el PRI o en el PAN. Por eso, concitar el apoyo popular es una premisa insoslayable. Esperemos las decisiones de los órganos encargados de la materia electoral, dignos de respeto.

Esta desconfianza tiene causas reconocibles: el mismo gobernador del estado, Javier Corral, ha considerado a la actual administración municipal como el refugio del duartismo y eso no es poca cosa. Por otro lado, la propuesta de Mónica Vargas Ruiz para sustituir a Stefany Olmos en la Secretaría de la Función Pública tiene origen en afectos y lealtades personales y ya sabemos a dónde conduce eso. 

Así que, si la burra no era arisca, como dice la conseja popular, lo mejor es que la decisión de iluminar Chihuahua no sea en la oscuridad y se traslade al pueblo que, como se sabe, hoy tiene fama de ser sabio, y cuando menos un voto por ciudadano que escrutados y contabilizados le pueden decir: No, gracias, alcaldesa; o , pase usted. 

Ya es tiempo.