En breve se reformará, por enésima ocasión, la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo. Seguramente la legislatura actual le aprobará a la gobernadora la reforma solicitada para crear la Secretaría de Turismo del Estado de Chihuahua, secretaría que en el gobierno federal encabeza el empresario Miguel Torruco, que tendrá aquí su homólogo u homóloga en la estructura del poder del Ejecutivo.

Se dice, para vender bien la propuesta, que no representará mayor carga presupuestal, pero eso es falso. A igual categoría siempre corresponderá igual pago. Pero eso es lo de menos. Tras la creación de este nuevo ente burocrático, vendrán las correspondientes suburbans blancas –algunos prefieren yukones–, subsecretarios, directores, subdirectores y delegados regionales, lo que será, desde el ángulo que se le quiera ver, una carga que riñe con la obligada austeridad y el adelgazamiento de la burocracia superflua.

Pero el Congreso aprueba todo lo que le manda Maru, más como en este caso, que requiere la mayoría simple que comanda el pastor Mario Vázquez. Tras de él irán los priístas, los petistas, más todos los que se sumen.

La secretaría en proceso de creación es tan artificial como otras que ya existen, y esta en particular es simplemente una condescendencia con los intereses creados de los que están en el sector económico-turístico, y hacer un nombramiento que los satisfaga. Pronto veremos a el o la titular.

No escapa a esta crítica que los gobiernos estatales no tienen la prestancia necesaria para tratar con el gobierno federal, porque allá, en la Ciudad de México, los secretarios sólo tratan con sus iguales, es decir, con otro secretario local. Y por eso digo que a Maru le falta un Torruco.