Otro crimen. La cotidianidad nos gana. Al más puro estilo de “La virgen de los sicarios”, de Fernando Vallejo, segaron ayer la vida del joven y líder empresarial Uriel Loya Deister. Esta siniestra cuenta en el rosario de la muerte y criminalidad aconteció en Parral, conmocionando a la sociedad y, en los hechos, ha cimbrando al mundo de las organizaciones patronales.
El gobierno de Corral, que antes abdicó de su obligación punitiva de combatir al crimen, hoy quiere, con un simple tweet,calmar la indignación diciendo que ha girado instrucciones precisas a un aparato desprestigiado y carente de confianza, como es la Fiscalía de Peniche y la policía de Aparicio.
Esta columna envía su sentido pésame a la familia, a los compañeros, a los amigos y a las organizaciones a las que perteneció el victimado y hace votos, aunque esto suene a mensaje estéril, porque se indague a fondo y se castigue a los responsables intelectuales y materiales, sean cuales sean los móviles.
Es una cruz más en el calvario chihuahuense frente al cual los que están ya fracasaron, y algunos de los que llegan invitan a que se le reclame al gobierno cadavérico de Peña Nieto, como sacándole al bulto.
Muy lamentable es el asesinato de cualquier ser humano y mas cuando ciega la vida de una joven promesa. Pero mas lamentable es que toda la sociedad: clero, abogados, profesionistas, académicos, intelectuales, senadores, diputados, partidos políticos de «avanzada», estudiantes, amas de casa, padres de familia expuestos a lo peor, no se organicen no para pedir, sino para participar en acciones coordinadas con el gobierno y las autoridades para poner un alto. El enojo, la rebeldía y el reclamo aislado, nunca han tenido la respuesta esperada. ¡El gobierno es pueblo y el pueblo es gobierno!
MUY LAMENTABLE NOTICIA , MUY CLARA TU COLUMNA, FELICIDADES
Te felicito por tu columna y por la claridad con la que siempre has abordado los temas importantes de nuestra Sociedad. Una verdadera tragedia que los jovenes que quieren hacer el bien sean asecinados.
-«Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla».