Columna

El gobierno no sabe qué hacer frente al paro magisterial

La sección 42 del SNTE, principal agrupación corporativa del magisterio que depende del estado de Chihuahua, hace muchos años no daba muestras de vitalidad alguna. De mucho tiempo atrás, décadas y más décadas, se convirtió en un aparato prácticamente inmóvil, absolutamente dominado y al servicio del PRI y de los sucesivos gobernadores de ese partido.

Su inmovilismo únicamente ha sido trastocado con la llegada al gobierno del estado del PAN, en una primera fase con Francisco Barrio y, en la actual, con el señor Javier Corral. Las nuevas generaciones de maestros poco saben de la historia de su organización, de su papel, de la etapa de formación del sindicato y, obviamente, tienen una diversidad de apreciaciones y sentimientos hacia todo lo que los involucra cuando las cosas se salen de su normalidad.

Una cosa es cierta, las corporaciones sindicales continúan siendo instrumentos que se mueven, que convocan, que pueden dar batallas y que las nuevas generaciones deben tomar como punto de partida para avanzar, también, a la propia emancipación para autodotarse de una organización congruente con sus intereses.

Las sucesivas direcciones sindicales, en los últimos años, fueron expresión acendrada del gordillismo y, políticamente, al deslindarse del PRI, pasaron a ser una expresión política del partido Nueva Alianza, hoy alineado con el viejo PRI en la contienda presidencial.

Cuando Francisco Barrio fue gobernador de 1992 a 1998 se expresaron algunas contradicciones, fuertes, pero al final hubo una decisión de convivir al lado de la corporación negadora de la libertad y autonomía sindicales. Eran otros tiempos, pero fue evidente el mejor oficio del gobernador de entonces para relacionarse con el SNTE que las miserias que vemos actualmente.

El gobierno actual cometió el error garrafal de poner al frente de las instituciones educativas a personajes que no profesan simpatía alguna por la educación pública y que, además, no tan sólo tienen desprecio por el sindicalismo, las relaciones colectivas del trabajo, la justicia inherente que ahí se procesa, sino que también padecen de un gran desconocimiento que se advierte en la prolongación del paro magisterial que ha ocupado la atención pública prácticamente a lo largo de toda la semana.

Es una obviedad reconocer que en este conflicto conviven las demandas justas de los trabajadores, a los que no se les cubren salario y prestaciones, al lado de contradicciones políticas. Quien le declara la guerra al gobierno federal ha de hacerse cargo de que este tiene sus ejércitos en territorio chihuahuense y que los puede emplear; por tanto, todo lo que tiene que ver con la administración y cumplimiento con las obligaciones hacia la colectividad de la organización deben estar satisfechas, si me permiten el giro lingüístico, hasta por adelantado. Pero no ha sido así, y por tanto se han puesto en una situación de vulnerabilidad que sólo la impericia, la ignorancia, el desconocimiento y una visión que transpira patronazgo empresarial provocan para atizar los fuegos de un conflicto que tiene una carretera pavimentada para su solución.

Los gobiernos del PAN, de antaño, han tenido una visión estrechísima de la democracia y no han avanzado en contra de la traba corporativa. Así se explica que tanto Fox como Calderón se hayan entendido muy bien con el SNTE de la señora Gordillo; han preferido la concordia que les permite apoltronarse en el poder, pero no han cometido los errores que hoy vemos que se realizan en Chihuahua.

Y el argumento noviciado ya no vale.