Columna

Unión Ciudadana, tres años después

Un día como hoy, pero del año 2014, fundamos Unión Ciudadana. La iniciativa de crear un brazo cívico se postuló al dar a conocer la denuncia penal contra César Duarte, Jaime Herrera y Carlos Hermosillo Arteaga.

Fue –sigue siendo, es– una iniciativa abierta que quiso, en su momento fundacional, correr de manera transversal, por todos los estratos de la sociedad, sin distingos, conscientes de que la corrupción golpea más a los de abajo, pero que también incluye y obliga a los de arriba a hacer un alto en el camino y corregir uno de los cánceres más peligrosos que se esconden tras la corrupción política. Desde la fundación de Unión Ciudadana el gobierno de César Duarte tuvo acotado su futuro e inventariada su derrota política inevitable. Moralmente, nunca tuvo sostén alguno.

Quien quiera conocer más de la lucha de Unión Ciudadana puede recurrir a todos los videos que están al alcance público a través de mi canal de Youtube (youtube.com/jaimegarciachavez); son valiosísimos testimonios de una lucha de fondo en la que participaron muchas cabezas y muchas manos. También puede leer mi texto llamado “Ciudadanos y Rebeldes”, que recoge con genuino espíritu plural –ajeno por entero a toda facciosidad– las contribuciones que se hicieron por gente políticamente diversa a la que no se les escatima sus visiones y planteamientos. Por eso, esa obra se reconoce en su autoría colectiva y no aspira a más que ser un cuaderno ciudadano que da abrigo y aliento a ese ausente de las grandes decisiones públicas: el ciudadano, la ciudadana.

 

La lucha la iniciamos muy pocos, con nuestros propios recursos, con nuestra dignidad como bandera. Sabíamos que el combate era difícil pero había que darlo. El apoyo activo, a decir verdad, fue poco. Chihuahua era –y sigue siendo– presa del miedo, pero el apoyo pasivo fue enorme; la camarilla de Duarte ya ni en su propio partido hacía un consenso significativo.

A Duarte lo sostuvieron finalmente los que están en el privilegio económico y político. Ahí están, a un mismo tiempo, Enrique Peña Nieto, Jesús Murillo Karam, Arely Gómez y Raúl Cervantes, y una infinidad de mediocres empresarios de Chihuahua que prefirieron el confort que les da sus riquezas antes que pararse de pie ante una tiranía. La institución llamada iglesia católica (hablo de su jerarquía más no de sus feligreses) permaneció callada y cómplice, porque antes les habían pagado con una consagración absolutamente inmoral. Entre los empresarios hay excepciones admirables y es necesario reservar su mención, aunque no se cuentan con más de los dedos de una mano. Las estructuras ejecutivas de los partidos políticos, los que han de tener siempre el deber de pronunciarse ante la corrupción, permanecieron inertes: por obvias razones el PRI no lo hizo; el PRD, vendido como estaba, tampoco; el PAN se mantuvo al margen hasta el momento electoral, y MORENA se mantuvo a la sombra.

A lo largo de la lucha de Unión Ciudadana sufrimos amenazas, descalificaciones, como la muy grave de la Universidad Autónoma de Chihuahua y prácticamente todas las instituciones superiores de educación en la entidad. El grueso de la prensa nos denostó sistemáticamente y en no pocos momentos estuvimos en riesgo de sufrir daños graves y quizá irreparables. Pero nos mantuvimos de pie.

Al hacerlo, nos reconfortó la idea de Margaret Mead: “Nunca hay qué dudar que un pequeño grupo de ciudadanos, plenamente convencido, puede cambiar el mundo. También nos hicimos cargo de lo que nos dice el autor de la Divina Comedia, el gran Dante Alighieri: “El lugar más caliente en el infierno está reservado para aquellos que en tiempos de fuertes crisis morales mantienen la neutralidad. Por demás está decir que tomo esta idea en su versión esencial para un mundo laico.

No hay mucho más qué decir: de los actores principales de la etapa inicial de Unión Ciudadana algunos se cansaron y se fueron a la comodidad que significa, en algunos casos, el disfrutar del poder; a los que les estorbó en sus negocios de cualquier índole, se regresaron a ellos. Otros, vía la cooptación, huyen de Unión Ciudadana como del fuego abrazador. Para esos hoy somos “examigos”.

El poder en Chihuahua olvidó la esencia original del combate y emprendió su propia ruta; pretende devorar la historia a sabiendas de que no se puede.

Hoy somos pocos, pero estamos de pie y seguros de que vamos a vencer.

Acción Penal ya contra César Duarte, Jaime Herrera y todos sus cómplices.

¡Viva Unión Ciudadana!