Sin duda César Duarte piensa y actúa como lo que es: un hombre de la derecha. Ahora que se muestra desesperado aflora con mayor nitidez esa característica. Me refiero en primer lugar a la solicitud de piedad cuando se victimiza, por supuesto en la ciudad de Parral, como el hijo del pueblo reconociendo que ha recibido amenazas por su decisión de confinar a los secuestradores en una área específica del CERESO de la ciudad de Chihuahua, y este mecanismo pretende coronar el objetivo de la distracción de las fundadas críticas de que es objeto, y de manera generalizada, por los ciudadanos de todo el estado, que se percatan de su arrogancia personal, de su desapego a la Constitución, de la incuria de su equipo administrativo y particularmente de sus prioridades que tienen que ver más con su proyección que con la atención a los asuntos a los que debiera estar aplicado. Incapaz de contestar a estas críticas con argumentos, se duele de las amenazas que le prodigan y que de existir sólo él sabe en qué consisten; además son naturales y, por si fuera poco, cuenta con un aparato de seguridad que ya quisieran algunos jefes de estado extranjeros y convierte en molesto búnker cualquier sitio donde se encuentre.

Pero el señor llora para dar lástima, para que se apiaden de él pensando que es una conducta virtuosa del común de las gentes. Hoy sabemos que la piedad es una virtud bajo sospecha, como lo ha sostenido el filósofo español Arteta, entre otras razones por la manipulación que se hace de ella, como en el caso que me ocupa, a través del cual Duarte le quiere decir a Chihuahua que ha sufrido amenazas, en última instancia por cumplir con su deber.

 

Como se sabe y aún en tiempos de paz y sosiego, quien ocupa un alto cargo también debe saber que viene con riesgos y hay que asumirlos, pues si gobernar fuera estar bien con todos y en especial con los delincuentes, seguramente Maquiavelo jamás hubiera fundado la ciencia política moderna. Pero el señor llora para dar lástima, para que se apiaden de él pensando que es una conducta virtuosa del común de las gentes. Hoy sabemos que la piedad es una virtud bajo sospecha, como lo ha sostenido el filósofo español Arteta, entre otras razones por la manipulación que se hace de ella, como en el caso que me ocupa, a través del cual Duarte le quiere decir a Chihuahua que ha sufrido amenazas, en última instancia por cumplir con su deber. ¿Qué esperaba? ¿Es que él es el único que cree que la paz ha regresado a Chihuahua?

Ahora veamos al acusador de complotados: en el pensamiento político de la derecha se ha esclarecido que siempre se explican los problemas y las contradicciones políticas porque hay alguien que atrás del escenario, entre telones, tras bambalinas, está actuando tenebrosamente para generar reyertas y dificultades. En los tiempos de la Guerra Fría se decía que hay problemas porque hay agitadores. Igual Duarte: le pide a quienes lo cuestionan, con más o menor rigor y profundidad, que se desenmascaren e ingenuamente casi les exige que reconozcan lo que él hace. Igual que lo haría cualquier hombre de la derecha política: Francisco Franco, Augusto Pinochet o su colega de partido Giner Durán, que dijo cuando ocupó la gubernatura de Chihuahua esta perla: “los problemas no me dejan gobernar”. Pero los hechos son tercos, la realidad no la inventa nadie, ahí está a la vista y César Duarte se equivoca cuando dice que hay quienes le apuestan al fracaso de su gobierno y aquí nos damos cuenta, de bulto, que ni siquiera sabe conjugar porque su gobierno ya fracasó, en pasado perfecto o pluscuamperfecto si quiere. Él, que llegó con las ínfulas de que el poder era para poder y no para no poder, ha sido incapaz de integrar un equipo modestamente calificado para gobernar, tiene endeudado al estado de manera exponencial, hay un desbarajuste en la administración financiera y un conflicto de intereses superlativo en la esfera hacendaria y hasta problemas previsibles como la crisis manzanera que lo encontró en babia. No hay división de poderes ni órganos autónomos, el PRI es su intendencia, los alcaldes priístas están convertidos en edecanes, litiga por consigna, ha comprado la prensa, ha macaneado, intimidado y penalizado la protesta social y, cosa que le sucede sólo a algunos políticos, por azares de no se qué irracionalidad, ya cayó gordo, muy gordo.

Pero en todo esto los pronunciados no pertenecen a una secreta logia donde se discute, trama y programan acciones para denostar a César Duarte. Nada de eso, tampoco traen máscaras. Son ciudadanos y ciudadanas como el que esto escribe, que acostumbramos dar la cara y que en incontables ocasiones hemos estado a las afueras del palacio de gobierno donde es habitual que la puerta esté cerrada y los gendarmes muy gruñones y armados, y de ello tiene fotos suficientes a través de su Big brother

Pero en todo esto los pronunciados no pertenecen a una secreta logia donde se discute, trama y programan acciones para denostar a César Duarte. Nada de eso, tampoco traen máscaras. Son ciudadanos y ciudadanas como el que esto escribe, que acostumbramos dar la cara y que en incontables ocasiones hemos estado a las afueras del palacio de gobierno donde es habitual que la puerta esté cerrada y los gendarmes muy gruñones y armados, y de ello tiene fotos suficientes a través de su Big brother. Aquí el único tapado, pero de razone,s es César Duarte, como para que con sagacidad de engañatontos pretenda convencer a la opinión pública de enmascarados que no existen, salvo en su cabeza y en el enmascaramiento de la cuenta pública.

Nerón acostumbraba salir a las calles de la Roma imperial de noche a cometer sus crímenes arteros, aprovechándose de la oscuridad. Duarte debiera salir a la calle y preguntarle a los parroquianos qué piensan de él para que se deje de cosas y de invención de enmascarados. Cuando lo ha hecho lo han abucheado y le han arrojado objetos. ¿No está claro? Duarte se victimiza, lo que habla del último recurso para asirse de una piedad de pacotilla, pero debe entender que las verdaderas víctimas están afuera de los confines de su burbuja y el palacio de gobierno, a donde hombres y mujeres libres han asistido, casi a diario, para hablarle de frente de manera inútil porque él se agazapa.

Por eso dicen que tiene dotes de torero porque siempre tiene la plaza (Hidalgo) con lleno completo. Para mí que a ese paso hasta se ganará el mote del memorable matador español Joaquín Rodríguez Ortega, conocido como Cagancho.