Con la decisión de convertir Unión Progreso en una institución de banca múltiple, se crea de inmediato un conflicto de intereses para Jaime Herrera, actual secretario de Hacienda del estado de Chihuahua y antiguo alto directivo de la Unión que ahora cobra nuevo carácter. No olvido que en una de las primeras declaraciones, luego de su designación para el cargo público para el que, dicho sea de paso ha mostrado escaso profesionalismo, dijo que él trabajaba por las mañanas en gobierno y por las tardes en la institución de crédito. Para nadie es un secreto que él ha tenido un pie en la institución pública y el otro en la privada, y la cabeza en cómo hacer negocios con los fondos públicos, en contubernio con el cacique mayor del estado.
Hoy se presume que hay un banco chihuahuense, precisamente en estos días en que la globalidad hace muy difícil ya no tan sólo hablar de la patria de una institución de crédito (en realidad no tienen patria… ni matria), mucho menos de una microregión. Es todo un reto y habrá que emprenderlo, desentrañar los entresijos del surgimiento de este banco, saber quiénes están como accionistas, directivos y apoderados en la escritura constitutiva, el monto de su capital y en especial ver con lupa el posible trasiego de dinero de las arcas públicas al novísimo banco. Con un César Duarte cuyo oficio para mentir -según el calificativo divulgado por el periodista Raymundo Riva Palacio http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/las-deudas-de-duarte.html – no es de fiar la afirmación de éste de que el cambio de secretario de Hacienda no existe en la agenda; a fin de cuentas ya sabemos que se trata de un chanate más. Lo que realmente importa es analizar la ruta del dinero en la constitución del nuevo banco, porque puede ser que usted, contribuyente, haya hecho aportaciones que no tan sólo no le dan el más mínimo derecho a votar en la asamblea de accionistas, sino que además lo hacen más pobre cuando se borra la frontera entre lo público y lo privado en materia de negocios.
Jaime Herrera, agrónomo de profesión, y por tanto conocedor de que las parcelas deben tener un buen trazo de límites y mojoneras, debe decidir dónde se queda en esta fase de la vida pública de Chihuahua, en la inteligencia de que el conflicto de intereses está más que claro, y quedarse entrambasaguas es sinónimo de corrupción. El tema está en la calle.
González Tachiquín a Madrid
Her doktor Marcelo González Tachiquín viaja a Madrid para disertar sobre el tema de gobiernos exitosos. Aquí conjeturamos que hablará sobre Nueva Zelanda, Suecia o Liechtenstein; realmente pronto lo sabremos. En Madrid y en algunos círculos Chihuahua sigue siendo parte de la Nueva Vizcaya, por tanto si el orador va a hablar de las proezas de su jefe Duarte, es muy probable que sepa lo que es canela fina y se arme la temolina, en términos del flaco Agustín Lara. Porque, bien miradas las cosas, no disertará ante jóvenes adolescentes del COBACH ni doloridos oyentes del PRI en fúnebre ceremonial dedicado a Colosio. Madrid, Madrid, Madrid / en Chihuahua se piensa mucho en tí / lo piensa César Duarte y lo confirma Tachiquín.
Colosio: el santo del PRI
Se cumplieron veinte años del detestable crimen de Luis Donaldo Colosio Murrieta, una figura que avanzando el tiempo se va a ir borrando de la historia y que, sin duda, provoca cierta perplejidad. La parte medular de su vida pública la realizó bajo la dirección y la sombra tutelar de Carlos Salinas, que lo llevó a la candidatura presidencial que feneció en Lomas Taurinas, barriada de Tijuana. De él se sabe lo que fue y mucho se especula de lo que iba a hacer, de una expectativa más que todo fincada en un discurso que mucho se recuerda pero que si nos fuéramos a la obra Hamlet sólo serían palabras, palabras, palabras, y de estas ya se han dicho toneladas en este país, al grado de que se han decantado de manera absoluta y nadie las toma muy en cuenta. Pero si Colosio ha dejado un gran legado político y moral, como dicen sus creyentes, me pregunto: ¿cuántos colosios reales, auténticos, hay en el priísmo actual?, porque, que sepa, ni siquiera se honró su memoria con una justicia que le haya dado absoluta transparencia al por qué de su muerte. Mucho bronce se fundió para sembrar de estatuaria de corte estalinista a la república entera, y Colosio está de pie en muchos pedestales y plazas públicas, aunque sólo sea para recordar que la grandeza que pudo haber tenido es del tamaño de la impunidad de que gozan los cerebros que lo mandaron asesinar. Y no me lo tomen a mal: con otros tres compañeros y a unas horas del deceso del priísta, exigimos en desplegado público el esclarecimiento del crimen y la solidaridad con su familia y sus genuinos seguidores. Realmente el peor homenaje que se le hace a Colosio es el que se plasma en el discurso público de ocasión, ese que se aprovechó aquí por Marcelo González Tachiquín para hablar del hombre de Magdalena de Kino; pero, faltaba menos, también de la grandeza de César Duarte.
Las mesas que sirve el gobierno
El portal digital Tiempo.com dice en su columna política que a la CTC, el Vivebús, para decirlo en términos coloquiales, le fue servida la mesa completa y no la aprovechó. En esa columna es difícil, vamos, imposible, encontrar algo que se parezca a una crítica sólida y seria al gobierno. Sólo atinan a decir que hubo una mesa servida y no se aprovechó, justo sin entender que quien hace eso comete un error descomunal por el cual debe pagar. Y es que ese tipo de mesas, generosas en todo tipo de bienes que se apalancan desde el presupuesto, no producen nada, como la munificente mesa bien servida que le han puesto a periódicos como Tiempo.com, con todo tipo de prebendas extraídas del erario y tampoco le han dado buena prensa a Chihuahua. Es la misma historia, sólo que los personajes traen distintas máscaras; o quítenele todo el sustento pecuniario del gobierno a estos periódicos y verán cómo morirán uno a uno, ahora sí que la para la mayor gloria de la sociedad.