Rodolfo Leyva Martínez llega, finalmente, como comisionado del Instituto Chihuahuense para la Transparencia y Acceso a la Información Pública (ICHITAIP). No es un cargo que haya logrado con facilidad; llega precedido de una admirable batalla en la que demostró tener la suficiente capacidad en todos los órdenes durante el duartismo y a pesar de eso las designaciones por consigna primaron, generando agravios no nada más en su contra sino al conjunto de la sociedad que aspiraría a tener un órgano constitucional autónomo al servicio de la apertura de la información, en un país tradicionalmente afecto a la opacidad y al hermetismo. Inusual en esta columna es el elogio fácil, y como en este caso, las múltiples opiniones que he rescatado concurren en señalar que Leyva Martínez se lo ha ganado a pulso, esa circunstancia lo obliga éticamente a realizar una gran contribución para redimensionar en su verdadero papel al ICHITAIP.
Esta posición no es gratuita o sacada de la nada. Como diputado ante el Congreso local, asumí la tarea de constituir una institución fuerte en la materia que me ocupa; presenté la iniciativa que prácticamente se convirtió en la primera ley del estado en ese rubro, que luego se impulsó como un modelo a seguir. Fue desde luego una tarea colectiva para la que hubo voluntad política durante el proceso legislativo, aunque una vez que la ley entró en vigor, se demostró que los gobierno del PRI –Reyes Baeza y César Duarte– no tenían esa voluntad aperturista y continuaron viejas prácticas que empañaron a una institución naciente bajo muy buenos auspicios. Este tipo de actitud del poder es lo normal, desgraciadamente. Rodolfo Leyva Martínez fue víctima de esas prácticas y, empeñoso, persistió y ahora está en el lugar para el que demostró tener los arrestos suficientes.
Llegar a un cargo de esa forma compromete. Esta columna entrevistó hace un par de años a Rodolfo Leyva Martínez, justo cuando daba la batalla en condiciones muy adversas, que finalmente lastimaron sus legítimas pretensiones. Hoy tiene pertinencia escuchar esta entrevista, no más de quince minutos, para recapitular lo que entonces sucedía. Él, en su primeros intentos, demostró ser el mejor de los concursantes y hoy repitió la aventura con éxito. Llegó la hora de prodigar los frutos.