El “Plan Villa” murió entre pitos y flautas
Chihuahua figuró en la época de esplendor del autoritarismo por aquel plan de once años que contribuyó a resolver problemas significativos en materia de educación. Conozco muchos maestros que recuerdan ese plan de por allá de los años 50 del siglo pasado. Quizá pensando que haría algo igual o paralelo en importancia, César Duarte, a través de Marcelo González Tachiquín, puso en marcha el afamado “Plan Villa”, contra el que en su oportunidad se dispararon desde esta columna varios torpedos, que si bien no demoledores, fueron pegando en la línea de flotación de una enclenque barcaza que terminó por naufragar.
Hoy, el secretario de Educación, Pablo Cuarón, da a conocer el inicio de una línea de investigación por las corruptelas que acompañaron a la iniciativa duartista a la que se le adosó el nombre del general Francisco Villa, que por poco también resulta defenestrado junto con el duartismo, y por el mal uso que este hizo del prócer revolucionario. Obviamente que el disparatado “Plan Villa” fue una de esas ocurrencias que suelen acontecer al calor de una velada con buen vino, excesos poco narrables por desconocidos y crudas en las que se buscaba amanecer en brazos de la gloria. González Tachiquín hasta el aire de José Vasconcelos quería tomar, pero la pifia llegó junto con el anuncio mismo de eso que quisieron presentar como una revolución educativa. Demagogia sin más.
En realidad, Cuarón lo que quiere es sumarse al alud de denuncias contra el pasado. En efecto, puede haber corrupción y hasta hechos punibles, y no se diga dispendios y gastos que no desembocaron en ninguna parte y para bien de la educación y la cultura en Chihuahua. Es un hecho, lo subrayo, que el actual secretario no está descubriendo algo nuevo; esa mala historia es archisabida. Pero adelante, sobre todo si ruedan cabezas hacia alguno de los Ceresos locales. Ojalá.
Sé de cierto que no pocos instrumentos musicales pasaron a quedar inservibles porque no tenían posibilidad de llegar a ninguna parte por la incuria gubernamental del duartismo. González Tachiquín fue tan prolífico y polifacético, que tocó pitos y flautas en toda la administración pública, pero en esencia su “Plan Villa” batió el récord Guinness de la mentira gubernamental, la demagogia y la corrupción, que el señor Pablo Cuarón bien haría en encausar a los tribunales y, por qué no, entonando la Marcha de Zacatecas de don Genaro Codina.
Por lo pronto, y sirva de colofón este párrafo, Chihuahua sabía que no iba a tener mil orquestas, como las ofreció González Tachiquín, porque ese número no lo tienen ni los países que se han destacado en la música, como Alemania, Austria, Inglaterra y Francia, menos un estado como Chihuahua, con una raquítica planta de maestros en música. Raquítica porque jamás se le ha apoyado como debiera ser. Lo que sí hubo por miles fue corruptos.