Julián Leyzaola, ‘non grato’ en Chihuahua
Muchos chihuahuenses están con el alma en un hilo. Ojalá todo haya quedado en un arrebato facebookero del gobernador de Chihuahua al anunciar en su cuenta personal que el impresentable militar en retiro, Julián Leyzaola Pérez, formaría parte de su equipo como asesor en la Fiscalía General del Estado.
Según publicó Javier Corral en sus redes sociales la semana pasada, la entrevista con el exjefe de policía en Tijuana y Ciudad Juárez, de negro historial y objeto de 19 quejas de organismos derechohumanistas, “fue muy provechosa y retroalimentadora”. Y aprovechó el gobernador para anunciar que el hombre galardonado por sectores ultraconservadores, casi casi como un héroe policiaco, había aceptado colaborar “en el rediseño y estrategias de operación” de la policía estatal chihuahuense y que de paso le expresó su “plena confianza y esperanza” en la nueva etapa política que atraviesa la entidad.
Esto último contradice las críticas de Leyzaola a todo lo que huela a los corruptos del PAN, luego de declararse víctima de fraude electoral orquestado por los blanquiazules en Tijuana, donde contendió el pasado 5 de junio como candidato a presidente municipal bajo las siglas del también ultraconservador Partido Encuentro Social, pero que perdió con apenas con 1 punto porcentual. El mensaje de Corral a su vez contradice las declaraciones de su fiscal, César Augusto Peniche Espejel, emitidas el martes 15, desde las que desconoce, oficialmente, si Leyzaola será su asesor. De cualquier modo, Peniche se puso ya a la defensiva al afirmar que “de ser así, tendrá que ser en apoyo de seguridad pública” porque “en el rediseño de la policía estatal ya se tiene un modelo muy avanzado”.
Los chihuahuenses se están preguntando si así como el gobernador tuvo que decidir entre el jefe de la Policía Estatal Única, Javier Benavides, y el titular de Comunicación Social, el periodista Antonio Pinedo, así tendría que optar entre los chihuahuenses y Leyzaola, porque este y Benavides comparten antecedentes de tortura y violación a los derechos humanos, los primeros documentados en su momento por el propio Pinedo, incluido un tema de narcotráfico, y los segundos por las víctimas de abuso y múltiples organizaciones civiles de Tijuana y Ciudad Juárez.
Según el presidente de la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste, Raúl Ramírez Baena, “el simple hecho de que el gobernador Corral se haya tomado la foto con Leyzaola es para quemarse entre la gente”. Y advierte: “Si realmente Leyzaola va a colaborar con su gobierno, es algo muy preocupante, no sólo por los antecedentes, sino porque él siempre va con todo. No duden que va a tratar de posicionarse y ver qué cosecha políticamente”.
Esta columna pretende documentar a fondo el caso, porque estima que la presencia de Julián Leyzaola vulnera múltiples temas conexos a la sensible agenda en materia de derechos humanos. Por lo demás, estropeada localmente por la complicidad del presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, José Luis Armendáriz, que no ha rendido un solo informe de las Quejas que obran en su oficina y que incriminan a Leyzaola. En tal sentido, podemos afirmar que este exjefe policiaco no tiene nada que buscar en nuestro estado, porque aquí nada se le perdió; al contrario, él es el que debiera tener que rendir cuentas y seguro estoy que no le van a favorecer. En otras palabras, cuando la política estatal tiene visos de escalar a una complejidad mayor, no tiene sentido enrarecer la escena pública trayendo a presencia al mencionado exmilitar, de cuna sinaloense, y recibirlo en el despacho principal de palacio, que si a formas barrocas vamos, sería inmerecido, pero sin duda aquí cabe la trillada frase de forma es fondo.
El mensaje que se lanza, a mi juicio, es equívoco: no deja beneficios. Puede ser que se emita un aviso a González Nicolás, a Pablo Rocha, y a otras deleznables figuras de ese talante, pero no olvidemos que Leyzaola sirvió, ni más ni menos, que a dos de las figuras políticas más nefastas de los últimos años aquí en Chihuahua: Héctor Murguía y Enrique Serrano, ambos, a su tiempo, sus patrones; por ende, persona al servicio del tirano Duarte. No está de más decir que todos estos son jamelgos del mismo jaral.
Por último, la entrevista Corral-Leyzaola y los anuncios que se desprendieron de la misma, contradictorios como ya se dijo, fueron acusados de recibo por infinidad de organizaciones derechohumanistas que la tildan errónea, de consecuencias negativas si se consolidan con un nombramiento y corregible simplemente para quedar como desliz preocupante.