Con el reparto de once diputaciones plurinominales en el Congreso del Estado, la pregunta que surge de manera inmediata es: ¿a quiénes representan, verdaderamente, estos diputados en la legislatura que acompañará la mitad del sexenio del nuevo gobierno de Javier Corral?

Votado unánimemente por el Consejo del Instituto Estatal Electoral (IEE), algunos de los “nuevos” diputados no son tan nuevos, y más allá del prejuicio generalizado hacia la figura plurinominal, desvirtuada precisamente por nominaciones como las referidas, en los hechos quienes ostentarán esas curules cargan con un historial de desprestigio y sumisión, de intereses reiteradamente acordes con el duartismo que aún no se ha vencido del todo. Por esa razón, es impensable, de entrada, considerar que todos ellos generarán una “pluralidad” per se.

La conformación del próximo Congreso del Estado no está dotado de esa pluralidad que por convicciones republicanas ha de asumirlas así el gobernador electo, lo que, por esas mismas razones, no contradice la percepción ciudadana de lo que se ha gestado en el recinto legislativo en términos de un extensionismo partidista puesto de rodillas a lo largo del duartismo y, ahora, por lo que se ve, convenientemente al corralismo a punto de tomar protesta.

Nada más para corroborar lo anterior, echemos un vistazo a los nombramientos: Cristal Tovar, la más joven de la casta aragonista rendida en su momento al PRI, ocupará un asiento en representación del PRD, que por cierto se apresta, a través de los impresentables Pavel Aguilar, Hortensia Aragón y Héctor Barraza, a pasar lista de presentes ante el futuro gobernador, precisamente al que denostaron antes, durante y después del 5 de junio. Rubén Aguilar Jiménez, quien ya fue diputado local y federal, aliado del PRI y jerarca de otra longeva estirpe partidista, va por el PT, con su hijo Rubén Aguilar Gil como suplente, al lado de Héctor Vega Nevárez para un segundo escaño.

Por el PANAL llegan María Antonieta Mendoza y Martha Rea Pérez; Alejandro Gloria González y Hever Quezada Flores, otra filial del PRI, representarán, teóricamente, al PVEM; el partido comparsa del cacique mayor, MC, va con Miguel Alberto Vallejo Lozano y, qué cree, el excandidato a gobernador y reciente regidor con licencia del ayuntamiento de Chihuahua, alfil del duartismo, Alan Falomir Sáenz, como suplente. La novedad es de Morena, con el experiodista Pedro Torres Estrada y Leticia Ortega Maynez, y del conservador PES, con Israel Fierro Terrazas.

Entonces, la próxima legislatura se conformará con 16 diputados del PAN, 6 del PRI, 2 del PANAL, 2 del PT, 2 del PVEM, 2 de Morena, 1 del PES y 1 del PRD y 1 del MC. De los 33 diputados, 17 son mujeres y 16 hombres y en esto la equidad de genero es, por ahora, el único equilibro observado. Por lo demás, la pluralidad es de quién, porque son los mismos que en su momento se aliaron con el gobierno que detentaba –y detenta todavía– un poder autoritario y antidemocrático en toda la extensión de la palabra.

La democracia, dijo el gobernador electo al saber del reparto plurinominal en el Congreso, “se nutre en la diversidad ideológica, no hay que temer a la pluralidad”. El problema es que en realidad, en algunos casos, notoriamente en PRD, PT, PVEM, MC y PANAL, no hay diversidad, ya que se trata de rostros del PRI y mucho menos ideologías, sino business; por tanto, en Chihuahua, hoy por hoy, no hay tal pluralidad si la ligamos a un sentido de representación, pues no hay diversidad alguna sino un conjunto de rostros caricaturizados de una descomposición partidaria. Por cierto, los partidos antedichos practican el lema de que con dinero baila el perro.