Varios medios impresos han estado publicando entrevistas a actores políticos en un intento de interpretar la elección del 5 de junio. Nada que no se haya intentado en análogas situaciones aquí y prácticamente en todas partes. Esos actores, cuando tienen el carácter de factor político o económico, cobran notoriedad no tanto por lo que dicen, que cae en la ordinariez, sino por lo que hay entre líneas. Entre líneas no está, desde luego, el reconocimiento a los triunfadores y el consecuente reacomodo de los intereses y la frase sacramental: en la democracia nadie gana para siempre y nadie pierde para siempre, con todo lo relativo que es esto.

Del cúmulo de materiales me llamó la atención lo que dice el priísta Eloy Vallina Lagüera en dos vertientes. La primera referente a sus críticas a la partidocracia y a los arreglos cupulares que suelen acompañarla. El señor habla a posteriori, simulando que nadie está enterado que él es uno de esos partidócratas, por su largos servicios –y beneficios– al PRI, entre ellos el pago que derivó por la nacionalización del banco que se asocia a la vida de Eloy grande, es decir, mayor y padre protector. Estas críticas obviamente son hipócritas y contienen más que buenos juicios una buena dosis de lágrimas de cocodrilo.

Empero, en la misma entrevista deja sentir todo el temor que le inspira un potencial auge de Andrés Manuel López Obrador rumbo a la Presidencia de la república. Lo que nos quiere decir es que está bien que gene el PRI o el PAN, pero que la democracia puede ser nefasta ante la insurgencia del tabasqueño. Como se sabe, el que esto escribe no comparte la visión de AMLO sobre las perspectivas del país, lo que no significa regateo alguno de su liderazgo y fortaleza sociales; lo que quiero recalcar simplemente es que personajes de la dimensión de Vallina Lagüera temen a la izquierda, a una nueva ruta para el país, más en tiempos en que la lucha anti stablishment en México y el mundo está moviendo prácticamente a buena parte de la humanidad. De antaño lo sostengo: empresarios como Eloy Vallina Lagüera tienen afecto grande por la democracia, a condición de que sean los de ellos los que circulen por los cargos políticos, pero que la izquierda no dé ni un paso más.