Hoy en la mañana, Jorge Camacho, coordinador de la campaña de Javier Corral y cronista deportivo, compareció ante el confesionario de Juan Enrique López Aguirre, directo al aire. Centralmente habló del inobjetable triunfo electoral e invitó a la verbena que se celebrará en la Plaza del Ángel en la ciudad de Chihuahua para congratularse, merecidamente, de la entrega de la Constancia de Mayoría. Llamaron mi atención las palabras de “reconciliación” y “reconocimiento” de los priístas que obviamente también votaron en contra de su partido el pasado 5 de junio, y particularmente un tópico: cuando López Aguirre lo cuestiona sobre el favor peñanietista de haber iniciado el reconocimiento del matrimonio igualitario en plenos procesos electorales, y sobre todo qué hará la mayoría legislativa del PAN cuando llegue la reforma constitucional –si es que no se congela en el Congreso de la Unión–, la facilidad retórica de Camacho se vio en apuros. Contestó: “ehhh, eh,mm, esstteee, digoooo, cccreoooo, ehhh, buenoooo, fue una chicana de Peña Nieto, ehhhh, esteeee, consultaremos a la sociedad, ehhhh, estaremos a lo que diga la ley, mmmmhhh, respetaremos… Como que es un asunto que duele, y vaya si duele; de ahí que hasta el más fogueado trastabilla.

 

Malos en la derrota, peores en sus perspectivas

De la Rosa-Giner y sus pelotas.
De la Rosa-Giner y sus pelotas.

No es que no puedan, su problema es que no saben. Los priístas de baja estofa, como Guillermo Dowell, Rodrigo de la Rosa y Fernando Rodríguez Giner, conocidos ya coloquialmente en toda la república como mirreyes, no hayan cómo explicar lo que pasó el 5 de junio, y por su boca hablan los Torquemada, los que saben poner hogueras para quemar brujas, aunque son diestros en comer chicharrones. Para Dowell el PRI está frente a un problema adverso (¡qué perspicaz!) pero busca responsables a los cuales castigar; Rodrigo se decanta por la cirugía estética reconstructiva sin darse cuenta que las Hermelindas Lindas ya no tienen remedio, y el diputado Rodríguez Giner –haciendo honor a su apellido– quiere quemar a los traidores en leña verde, de mezquite camarguense y además esto se le hace poco.

Siempre han andado mal estos jóvenes-adultos, pero lo que están diciendo todavía los retrata como verdaderos esperpentos de la política. Además, qué caso tiene hacer carnitas al perol con estos insumos si nadie los consumirá. Una recomendación más: no se metan con los de barrio bravo, porque hasta el tiro por la culata les va a salir. Hay dolientes muy rasposos para estos bebesaurios envueltos en seda tricolor.