COBACH: el nuevo corporativismo priísta
En el PRI se ha comprendido y actuado en consecuencia el papel del viejo corporativismo en materia electoral. Sirve poco para la movilización en el proceso de la campaña la otrora poderosa CTM, por ejemplo, pero no está a disposición su gente todos los días, a todas horas y con la flexibilidad que se requiere. Obviamente tienen importancia las viejas centrales obreras, por referir ese segmento del PRI, pero para el día a día resulta más eficaz el control de alumnos y maestros del Colegio de Bachilleres, también las universidades, aunque de ellas no quiero ocuparme ahora.
El COBACH chihuahuense es la poderosa organización sobre la que se ha movido Duarte para llenar auditorios seguros y dóciles. Hoy, en la campaña de Serrano, entre los alumnos se recluta, con pago de por medio, a activistas que los despliegan a diversas tareas, según se sopesen las circunstancias de cada región. Pero hay una constante: a cada maestro se le ha obligado a presentar una lista de diez ciudadanos que compulsivamente se van a llevar a votar el día de la elección, y no se admite desobediencia a esta orden. Sacar a Serrano adelante es la consigna. Estamos viviendo un esquema de dominación con tintes prácticamente totalitarios en el que juega la represión y la amenaza a la disidencia el papel central. El que no obedece sufre las consecuencias.
El grado de cinismo con que se han conducido los directivos no tiene parangón en la historia de Chihuahua. En el pasado inmediato han estado a la cabeza de estos operativos Gonzalo Aguilera (padre de Liz Aguilera, que con ese antecedente ha beneficiado su carrera política); José Luis García (el agresor de Emma Saldaña); Miguel Primo Armendáriz Sonza (premiado con la candidatura a alcalde de Parral), y en este momento el recién nombrado Alonso Duarte García (pariente cercano del cacique), que ya se extralimitó, al grado de que, sin pudor alguno, participa en la campaña de Serrano en horas de trabajo. Realmente esto último sería lo de menos; lo más grave es que conviertan a los alumnos del COBACH y a los maestros en un rebaño para apoyar a Enrique Serrano a través de métodos compulsivos, es decir a fuerza, o como usted quiera llamarlo.
Garfio: me gusta el cabrito, pero reposado
Alan Falomir Sáenz, un encabritado sin cornamenta ni barbas, empieza a resultarle poco grato al alcalde Javier Garfio por las discrepancias y pugnas que se dan actualmente por la corrupción en el dolido municipio de Chihuahua, que ha estado a merced del zátrapa actual y del que se fue, Eugenio Baeza Fares. Las contradicciones empiezan a aflorar a tal grado de que a Garfio le apetece degustar tequila Cabrito, pero reposado.