El machismo en el equipo del cacique Duarte está a todo lo que da. Ya son varias las ocasiones en que esto se percibe en la escena pública, una lejana con Héctor Murguía y una reciente con José Luis García, como personajes de la peor estofa patriarcal imaginable. En ambas, la figura de Emma Saldaña juega un papel importante, y enteramente involuntario en su desempeño institucional como parte del Instituto Chihuahuense de la Mujer. A decir de Víctor Quintana, lo que sucedió entre la señora Saldaña y José Luis García, exhibe un contraste más que aleccionador: la mejor funcionaria contra el peor empleado gubernamental, porque como precisó el político morenista: García no tiene ni remotamente los dones para estar a cargo de política social de un gobierno.

Va aquí lo que sucedió: durante la presentación de su informe al frente del ICHMUJER, Emma Saldaña denunció, rompiendo para bien los obsequiosos protocolos del cacicazgo, que el secretario de Desarrollo Social, José Luis García, la agredió verbalmente y hasta con jaloneos, meses atrás, por inconformarse contra el Plan de Intervención Social que se decretó al vapor (fue un verdadero fiasco) luego del homicidio del niño Christopher en Laderas de San Guillermo, de la ciudad de Chihuahua. Saldaña había tenido otro desaguisado con José Luis García por denunciar públicamente que no llegan a los Centros de Justicia para las Mujeres los alimentos para niños y niñas. Antes de su informe, la funcionaria pidió al secretario de Gobierno, Mario Trevizo, interviniera para evitar la presencia de García en el evento, pero hizo caso omiso, sumándose roncamente al patriarcalismo de hecho.

Y fue así que durante su reciente informe la titular de ICHMUJER reveló las agresiones y recibió instantáneamente el apoyo de un grupo de mujeres feministas, derechohumanistas, entre ellas Lucha Castro, Alma Gómez y la intelectual y escritora Marta Lamas, que han sido solidarias con la funcionaria por su apertura a agendas con las que (eso lo dice el columnista) el secretario discrepa, si nos hacemos cargo del pensamiento que expresa en su columna dominical de El Heraldo, con temas de autoayuda, de un fundamentalismo emparentado con el más retardatario catolicismo del estilo del tanguero Serrano Limón.

José Luis García, osado, se metió en terreno minado; el imprudente Trevizo no hizo bien su trabajo, y todos nos beneficiamos al saber cómo se las gastan en el equipo de confianza del cacique. Porque claro que es muy bueno que todo esto se sepa, porque hablan bien de una funcionaria y exhibe las miserias de un gobierno.

No quiero, por último, desaprovechar la oportunidad para refrescar otro incidente de Emma Saldaña, pero ahora con el inefable Teto Murguía. En recuerdo de esto reproduzco en calidad de refrito (quepa como autocrítica) lo que escribí en marzo de 2012 y para documentar su optimismo, como diría el buen Monsi:

Emma Saldaña y el InTetocable

El pequeño escándalo realizado por Héctor Murguía Lardizábal, que demostró su falta de urbanidad en contra de la también funcionaria pública Emma Saldaña Lobera, de hecho no vale la pena, como diría Juan Gabriel. Es muy poca cosa. La directora del Instituto Chihuahuense de la Mujer declaró, no sé si de manera inexacta o diplomática, que el alcalde juarense se excedió. No hay tal, simplemente actuó de acuerdo al único papel que se sabe. Si esto hubiera sucedido en Argentina, y más concretamente en Buenos Aires, unos habrían dicho, en el tonillo característico de los porteños: Murguía arrastra el poncho para ver quién se lo pisa. Otros, simplemente que se le fue la cincha a las verijas, para denotar, en el primer caso, que es un bravucón, y en el segundo, simplemente un irascible. Por si mi paisana quisiera buscar adjetivos para polemizar o simplemente contestarle al adefesio de presidente municipal que tiene Ciudad Juárez, le recomendaría terminajos con origen en el lenguaje de los argentinos (en realidad le sugiero vadee el incidente porque no merece respuesta alguna), pero si persiste va un ramillete de merecidas injurias, dichas con toda la impunidad que lo pueda hacer una mujer. En el país austral se diría del InTetocable: cómo bosta i chivo, es un hombre de azotea, de baja estofa, de mala muerte, de media churra, de media tabla, de medio pelo, de regular para abajo, de trocha angosta, de los que piensan que cagar en un inodoro ya es vivir la gran vida, medio baraja, mersa, ordi, pan de perro. Ya más filosóficos: es de los que nunca hizo sombra en el suelo, un cualunque, cuatrocopas, groncho, palangana, rascabuche, virulana, zorete, malcagado, pasajero en el tren de los ganapanes. La lista podría abundar. Y es que el genio de los argentinos es tal que por algo en la primera guerra mundial que participaron –la de las Malvinas– no perdieron, quedaron en segundo lugar. Su fuerte es el lenguaje, y aquí se acaba la milonga, a menos de que Emma la haga tango. No creo.